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Nono Capítulo

Pavel Podbieslki, cincuenta y siete años, propietario del apartamento

Athena y yo teníamos una cosa en común: ambos éramos exiliados de guerras, llegamos a Inglaterra siendo niños, aunque mi fuga de Polonia fue hace más de cincuenta años. Nosotros dos sabíamos que, aunque siempre hay un cambio geográfico, las tradiciones permanecen en el exilio: las comunidades vuelven a reunirse, la lengua y la religión siguen vivas, las personas tienden a protegerse unas a otras en un ambiente que será para siempre ajeno.

De la misma manera que las tradiciones permanecen, el deseo de volver se va consumiendo. Necesita permanecer vivo en nuestros corazones, una esperanza con la que nos gusta engañarnos, pero que nunca será llevada a la práctica; yo no voy a volver a vivir a Czestochowa, ella y su familia jamás regresarían a Beirut.

Fue este tipo de solidaridad la que me hizo alquilarle el tercer piso de mi casa de Basset Road, en caso contrario, habría preferido inquilinos sin niños. Ya había cometido ese error antes, y siempre pasaba lo mismo: por un lado, yo me quejaba del ruido que ellos hacían durante el día, y por otro, ellos se quejaban del ruido que yo hacía por las noches. Ambos problemas radicaban en elementos sagrados —el llanto y la música—, pero, como pertenecían a dos mundos completamente diferentes, era difícil que uno tolerase al otro.

Le avisé, pero no me escuchó, y me dijo que estuviese tranquilo por su hijo: pasaba el día entero en casa de su abuela. Y el apartamento tenía la ventaja de que estaba cerca de su trabajo, un banco de los alrededores.

A pesar de mis advertencias, a pesar de haberme resistido con fuerza al principio, ocho días después sonó el timbre de mi puerta. Era ella, con el niño en brazos:

—Mi hijo no puede dormir. Aunque sólo sea hoy, ¿podría bajar la música…?

Todos en la sala la miraron.

—¿Qué es eso?

El niño que tenía en brazos dejó inmediatamente de llorar, como si estuviese tan sorprendido como su madre al ver a aquel grupo de gente, que de pronto había parado de bailar.

Pulsé el botón de pausa del radiocasete, le indiqué que entrase con un gesto de la mano y volví a poner el aparato en marcha, para no perturbar el ritual. Athena se sentó en un rincón de la sala, meciendo a su hijo en sus brazos, viendo que se dormía con facilidad a pesar del ruido del tambor y de los metales.

Asistió a toda la ceremonia, se marchó a la vez que los demás invitados y —como yo ya me imaginaba— tocó el timbre de mi casa a la mañana siguiente, antes de irse a trabajar.

—No tienes que explicarme lo que vi: gente bailando con los ojos cerrados, sé lo que eso significa, porque muchas veces hago lo mismo; son los únicos momentos de paz y de serenidad de mi vida. Antes de ser madre, frecuentaba las discotecas con mi marido y mis amigos; allí también veía a gente en la pista de baile con los ojos cerrados, algunos sólo para impresionar a los demás, otros como si fuesen movidos por una fuerza superior, más poderosa. Y desde que tengo uso de razón, utilizo la danza para conectarme con algo más fuerte, más poderoso que yo. Pero me gustaría saber qué música es ésa.

—¿Qué haces este domingo?

—Nada especial. Pasear con Viorel por Regent’s Park, respirar un poco de aire puro. Ya tendré tiempo para mis propios planes: en este momento de mi vida, he escogido seguir los planes de mi hijo.

—Pues voy contigo.

Los dos días anteriores a nuestro paseo, Athena asistió al ritual. El niño se dormía tras unos minutos, y ella sólo miraba, sin decir nada, el movimiento a su alrededor. Aunque permanecía inmóvil en el sofá, estaba seguro de que su alma estaba bailando.

La tarde del domingo, mientras paseábamos por el parque, le pedí que prestase atención a todo lo que veía y oía: las hojas que se movían con el viento, las ondas del agua del lago, los pájaros cantando, los perros ladrando, los gritos de los niños que corrían de un lado a otro, como si obedeciesen alguna estrategia lógica, incomprensible para los adultos.

—Todo se mueve. Y todo se mueve con un ritmo. Y todo lo que se mueve con un ritmo provoca un sonido; eso pasa aquí y en cualquier lugar del mundo en este momento. Nuestros ancestros también lo sintieron, cuando intentaban huir del frío de las cavernas: las cosas se movían y hacían ruido.

“Tal vez los primeros humanos sintieron espanto, y después devoción: entendieron que ésa era la manera en que un Ente Superior se comunicaba con ellos. Empezaron a imitar los ruidos y los movimientos de su alrededor, con la esperanza de comunicarse también con ese Ente: la danza y la música acababan de nacer. Hace unos días me dijiste que, bailando, consigues comunicarte con algo más poderoso que tú.”

—Cuando bailo, soy una mujer libre. Mejor dicho, soy un espíritu libre, que puede viajar por el universo, mirar el presente, adivinar el futuro, transformarse en energía pura. Y eso me proporciona un inmenso placer, una alegría que está mucho más allá de las experiencias que he vivido, y que viviré a lo largo de mi existencia.

“En una época de mi vida, estaba determinada a convertirme en santa, alabando a Dios a través de la música y del movimiento de mi cuerpo. Pero ese camino está definitivamente cerrado.”

—¿Qué camino está cerrado?

Acomodó al niño en el carrito. Vi que no quería responder a la pregunta, insistí: cuando las bocas se cierran, es porque algo importante va a ser dicho.

Sin mostrar emoción alguna, como si tuviese que aguantar siempre en silencio las cosas que la vida le imponía, me contó el episodio de la iglesia, cuando el cura —tal vez su único amigo— le había impedido tomar la comunión. Y la maldición que había lanzado en aquel momento; había abandonado para siempre la Iglesia católica.

—Santo es aquel que dignifica su vida —le expliqué—. Basta con entender que todos estamos aquí por una razón, y basta con comprometerse con ella. Así, podemos reírnos de nuestros grandes o pequeños sufrimientos, y caminar sin miedo, conscientes de que cada paso tiene un sentido. Podemos dejarnos guiar por la luz que emana del Vértice.

—¿Qué es el Vértice? En matemáticas, es el punto más alto de un triángulo.

—En la vida también es el punto culminante, la meta de aquellos que se equivocan como todo el mundo, pero que, incluso en sus momentos más difíciles, no pierden de vista una luz que emana de su corazón. Eso es lo que intentamos hacer en nuestro grupo. El Vértice está escondido dentro de nosotros, y podemos llegar hasta él si nos aceptamos y reconocemos su luz.

Le expliqué que el baile que había visto los días anteriores, realizado por personas de todas las edades (en ese momento éramos un grupo de diez personas, entre los diecinueve y los sesenta y cinco años), había sido bautizado por mí como «la búsqueda del Vértice». Athena me preguntó dónde había descubierto eso.

Le conté que, después de la segunda guerra mundial, parte de mi familia había conseguido escapar del régimen comunista que se estaba instalando en Polonia, y decidió trasladarse a Inglaterra. Habían oído decir que las cosas que tenían que traer eran objetos de arte y libros antiguos, muy valorados en esta parte del mundo.

De hecho, los cuadros y las esculturas se vendieron en seguida, pero los libros se quedaron en un rincón, llenándose de polvo. Como mi madre quería obligarme a leer y a hablar polaco, fueron útiles para mi educación. Un bonito día, dentro de una edición del siglo XIX de Thomas Malthus, descubrí dos hojas de anotaciones de mi abuelo, muerto en un campo de concentración. Empecé a leerlas, creyendo que se trataría de referencias sobre la herencia, o cartas apasionadas a alguna amante secreta, ya que corría la leyenda de que un día se había enamorado de alguien en Rusia.

De hecho, había una cierta relación entre la leyenda y la realidad. Era un relato de su viaje a Siberia durante la revolución comunista; allí, en la remota aldea de Diedov, se enamoró de una actriz (N. R.: Fue imposible localizar el mapa de esa aldea; o cambiaron el nombre o el sitio desapareció después de las inmigraciones forzadas de Stalin). Según mi abuelo, ella formaba parte de una especie de secta que cree que en determinado tipo de danza está el remedio para todos los males, ya que permite el contacto con la luz del Vértice.

Temían que toda aquella tradición pudiese desaparecer; los habitantes iban a ser evacuados en breve a otro lugar, y el sitio se iba a utilizar para hacer pruebas nucleares.

Tanto la actriz como sus amigos le pidieron que escribiese todo lo que le habían enseñado. Él lo hizo, pero no debió de darle demasiada importancia al asunto, olvidó sus anotaciones dentro de un libro que llevaba, hasta que un día yo las descubrí.

Athena me interrumpió:

—Pero no se puede escribir sobre el baile. Hay que bailar.

—Exacto. En el fondo, las anotaciones no decían más que eso: bailar hasta el agotamiento, como si fuésemos alpinistas subiendo esta colina, esta montaña sagrada. Bailar hasta que, debido a la respiración asfixiante, nuestro organismo pueda recibir oxígeno de una manera a la que no está acostumbrado, y eso hace que acabemos perdiendo nuestra identidad, la relación con el espacio y el tiempo. Simplemente bailar al son de la percusión, repetir el proceso todos los días, entender que en un determinado momento los ojos se cierran naturalmente, y que vemos una luz que viene de dentro de nosotros, que responde a nuestras preguntas, que desarrolla nuestros poderes escondidos.

—¿Y ya has desarrollado algún poder?

En vez de responder, le sugerí que se uniese a nuestro grupo, ya que el niño parecía estar cómodo, incluso cuando el sonido de los platos y de los instrumentos era muy alto. Al día siguiente, a la hora de empezar la sesión, ella estaba allí. Se la presenté a mis compañeros, contándoles sólo que se trataba de la vecina del apartamento de arriba; nadie dijo nada sobre su vida, ni preguntaron qué hacía. Al llegar la hora señalada, puse la música y empezamos a bailar.

Ella inició sus pasos con el niño en brazos, pero en seguida se quedó dormido y Athena lo puso sobre el sofá. Antes de cerrar los ojos y entrar en trance, vi que ella había entendido exactamente el camino del Vértice.

Todos los días, excepto los domingos, venía con el niño. Solamente intercambiábamos unos saludos, yo ponía la música que un amigo me había conseguido en la estepa rusa, y todos comenzábamos a bailar hasta quedar exhaustos. Después de un mes, ella me pidió una copia de la cinta.

—Me gustaría hacer esto por la mañana, antes de dejar a Viorel en casa de mamá para ir al trabajo.

Yo no quería:

—En primer lugar, pienso que un grupo que está conectado con la misma energía crea una especie de aura que facilita el trance de todo el mundo. Además, hacer esto antes de ir a trabajar es prepararse para que te despidan, ya que luego estarás todo el día cansada.
Athena lo pensó un poco, pero en seguida reaccionó:

—Tienes razón en eso de la energía colectiva. En tu grupo hay cuatro parejas y tu mujer. Todos, absolutamente todos, han encontrado el amor. Por eso pueden compartir una vibración positiva conmigo.

“Pero yo estoy sola. Mejor dicho, estoy con mi hijo, pero su amor todavía no se puede manifestar de manera que podamos entenderlo. Así que prefiero aceptar mi soledad: si intento huir de ella en este momento, jamás volveré a encontrar pareja. Si la acepto, en vez de luchar contra ella, tal vez las cosas cambien. Me he dado cuenta de que la soledad es más fuerte cuando intentamos enfrentarnos a ella, pero se muestra débil cuando simplemente la ignoramos.”

—¿Te uniste a nuestro grupo en busca de amor?

—Creo que ése sería un buen motivo, pero la respuesta es no. Vine en busca de un sentido para mi vida, cuya única razón es mi hijo, y por eso temo que acabe destruyendo a Viorel, ya sea por una protección exagerada o porque acabe proyectando en él los sueños que no he podido realizar. Uno de estos días, mientras bailaba, sentí que me había curado. Si tuviera algo físico, sé que podríamos llamarlo milagro; pero era algo espiritual, que me molestaba, y que de repente desapareció.

Yo sabía a qué se refería.

—Nadie me enseñó a bailar al son de esta música —continuó Athena—. Pero presiento que sé lo que hago.

—No hay que aprender. Recuerda nuestro paseo por el parque, y lo que vimos: la naturaleza creando el ritmo y adaptándose a cada momento.

—Nadie me enseñó a amar. Pero ya he amado a Dios, a mi marido, amo a mi hijo y a mi familia. Y aun así, me falta algo. Aunque me canso mientras bailo, cuando acabo parece que estoy en estado de gracia, en un éxtasis profundo. Quiero que ese éxtasis se prolongue a lo largo del día. Y que me ayude a encontrar lo que me falta: el amor de un hombre.

“Puedo ver el corazón de ese hombre mientras bailo, aunque no consiga ver su rostro. Siento que él está cerca, y para eso tengo que estar atenta. Necesito bailar por la mañana, para poder pasar el resto del día prestando atención a todo lo que ocurre a mi alrededor.”

—¿Sabes qué quiere decir la palabra «éxtasis»? Viene del griego, y significa salir de uno mismo. Pasar todo el día fuera de uno mismo es pedirle demasiado al cuerpo y al alma.

—Lo intentaré.

Me di cuenta de que no merecía la pena discutir y le hice una copia de la cinta. A partir de entonces, me despertaba todos los días con aquel sonido en el piso de arriba, podía oír sus pasos, y me preguntaba cómo era capaz de afrontar su trabajo en un banco después de casi una hora de trance. En uno de nuestros encuentros casuales en el pasillo, le sugerí que viniese a tomar café. Athena me contó que había hecho otras copias de la cinta, y que ahora en su trabajo mucha gente estaba buscando el Vértice.

—¿Hay algún problema? ¿Es algo secreto?

Claro que no; al contrario, me estaba ayudando a preservar una tradición casi perdida. En las anotaciones de mi abuelo, una de las mujeres decía que un monje que había ido de visita a la región afirmó que todos nuestros antepasados y todas las generaciones futuras están presentes en nosotros. Cuando nos liberamos, estamos haciendo lo mismo con la humanidad.

—Entonces, las mujeres y los hombres de aquella aldeíta de Siberia deben de estar presentes, y contentos. Su trabajo está renaciendo en este mundo, gracias a tu abuelo. Pero tengo una curiosidad: ¿por qué decidiste bailar, después de leer el texto? Si hubieras leído algo sobre deporte, ¿habrías decidido ser jugador de fútbol?

Era una pregunta que nadie se había atrevido a hacerme.

—Porque estaba enfermo en esa época. Tenía una especie de artritis rara, y los médicos me decían que debía prepararme para estar en una silla de ruedas a los treinta y cinco años. Me di cuenta de que no me quedaba mucho tiempo, y decidí dedicarme a todo lo que no iba a poder hacer más adelante. Mi abuelo había escrito, en aquel trozo de papel, que los habitantes de Diedov creían en los poderes curativos del trance.

—Por lo visto, tenían razón.

Yo no respondí nada, pero no estaba tan seguro. Tal vez los médicos se hubieran equivocado. Tal vez el hecho de haber emigrado con mi familia, sin poder permitirme el lujo de poder estar enfermo, influyera con tal fuerza en mi inconsciente que provocó una reacción natural del organismo. O tal vez fuese un milagro de verdad, lo cual estaría absolutamente en contra de lo que reza mi fe católica: los bailes no curan.

Recuerdo que, en mi adolescencia, como no tenía la música que creía adecuada, solía ponerme una capucha negra en la cabeza e imaginar que la realidad de mi entorno dejaba de existir: mi espíritu viajaba a Diedov, con aquellas mujeres y hombres, con mi abuelo y su actriz tan amada. En el silencio de la habitación yo les pedía que me enseñasen a bailar, a ir más allá de mis límites, porque al cabo de poco tiempo estaría paralizado para siempre. Cuanto más se movía mi cuerpo, más luz salía de mi corazón, y más aprendía, tal vez conmigo mismo, tal vez con los fantasmas del pasado. Incluso llegué a imaginar la música que escuchaban en sus rituales, y cuando un amigo visitó Siberia, le pedí que me trajera algunos discos; para mi sorpresa, uno de ellos se parecía mucho a lo que yo creía que era el baile de Diedov.

Mejor no decirle nada a Athena; era una persona fácilmente influenciable, y su temperamento me parecía inestable.

—Tal vez estés haciendo lo correcto —fue mi único comentario.

Volvimos a hablar una vez más, poco antes de su viaje a Oriente Medio. Parecía contenta, como si hubiese encontrado todo lo que deseaba: el amor.

—La gente de mi trabajo ha creado un grupo, y se llaman a sí mismos «los peregrinos del Vértice». Todo gracias a tu abuelo.

—Gracias a ti, que has sentido la necesidad de compartirlo con los demás. Sé que te vas, y quiero agradecerte que le hayas dado otra dimensión a lo que yo he hecho durante años, intentando difundir esta luz entre algunos pocos interesados, pero siempre de manera tímida, siempre pensando que la gente pensaría que todo esto era ridículo.

—¿Sabes lo que he descubierto? Que aunque el éxtasis es la capacidad de salir de uno mismo, el baile es una manera de subir al espacio. Descubrir nuevas dimensiones y, aun así, seguir en contacto con tu cuerpo. Con el baile, el mundo espiritual y el mundo real pueden vivir sin conflictos. Creo que los bailarines clásicos se ponen de puntillas porque al mismo tiempo están tocando la tierra y alcanzando el cielo.

Que yo recuerde, éstas fueron sus últimas palabras. Durante cualquier baile al que nos entreguemos con alegría, el cerebro pierde su poder de control, y el corazón toma las riendas del cuerpo. Es en ese momento cuando aparece el Vértice.

Siempre que creamos en él, claro.




Par jonathan ismael
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Vendredi 9 octobre 5 09 /10 /Oct 13:52

09

La bruja-niña

En el Templo de Om el ataque continuaba y Olayer podía ver como algunos de sus hombres caían ante los virotes de sus enemigos, que comenzaban a ralentizar sus disparos. Escondidos entre las sombras, el ruido del metal al chocar con las paredes mostraba que los enemigos comenzaban a preparase para un ataque directo. Y, en efecto, una decena de hombres armados se mostraron prestos a lanzarse sobre el templo, pero se detuvieron mientras una pequeña figura envuelta en blancas túnicas avanzaba insinuante entre ellos, custodiada por cuatro poderos guerreros. Una explosión se escuchó en el interior del templo, que hizo vibrar todas las ventanas del edificio que, pese a todo, no sufrió daños, pese a que las llamas comenzaron a invadir el cielo convocadas por la bruja.

Olayer y Quarion continuaron con la defensa del templo, pese al ataque de la joven bruja, que parecía ignorar lo que ocurría a su alrededor. Sus ataques tampoco se dirigían hacia el templo, más bien sobre él, como si desease que la visión de todos virase hacia aquel lugar, dejando el paso libre para otros.

Pese a todos, la bruja de blanco se veía poderosa, daba la sensación de que podría haber actuado contra el templo y contra todos los que allí estaban. Sin embargo no lo hizo. Ni tan siquiera actuó contra aquellos infelices que se apelotonaban en la entrada de los refugios de Askanter.

-Carne fácil para alimentar a los ejércitos sedientes de sangre. La noche caerá sobre ellos como los lobos sobre la oveja extraviada le había oído decir los que estaban cerca de ella.

El sonido de los gigantes tampoco surtió efecto alguno en la bruja, parecía una joven virgen camino de un altar sacramental, vestida de blanco y rodeada de guerreros que nada hacían, más que acompañarla.

Nada inmutó a la virgen, nada inmutó a la bruja, pese a que sus custodios observaban asustados la llegada de los gigantes que habían acudido al servicio de Quarion y Olayer. Las defensas internas parecían asegurarse.

Una flecha voló por el aire en dirección a la bruja, Evincar, escondido entre las defensas de la ciudad, había logrado un certero disparo. Parecía que nada iba a impedir que impactase sobre ella. Y así ocurrió. La blanca túnica de la bruja niña se desgarró al ser atravesada por la saeta, pero la niña no se inmutó. Ni tan siquiera bajo la mirada para ver qué había ocurrido. Uno de los guerreros que la protegían cayó sobre un charco de sangre, la punta de una flecha asomaba a su espalda.

La bruja miró al cielo, al oeste, donde los gritos de los hombres y las bestias ya se escuchaban. Y se desvaneció en la nada. Y los guerreros se lanzaron al ataque, hacia el templo y sus defensores.
Par jonathan ismael
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Vendredi 9 octobre 5 09 /10 /Oct 13:43
Posteado por: grupoavances | Septiembre 5, 2008

Últimos avances de la Robótica.

Software Inteligente para una mano Robótica Perfecta…

Científicos de Portsmouth y Shanghai están trabajando en un software inteligente que los llevará un paso más cerca de la construcción de la mano robótica perfecta. Mediante el uso de la inteligencia artificial, están creando un software capaz de aprender y copiar los movimientos de la mano humana.

“Estamos hablando de tener un muy alto nivel de control de un dispositivo robótico. Nada de lo que existe hoy en día siquiera se acerca a eso”, dijo Liu. Utilizando un guante de datos virtuales (cyberglove) cubierto de diminutos sensores, capturaron datos sobre la forma en que se mueve una mano humana. Además, se filmó este movimiento mediante ocho cámaras CCD de alta resolución, con iluminación infrarroja y tomaron medias con una precisión milimétrica.

Second Life como herramienta Terapéutica

Recientemente Second Life ha llevado a cabo nuevos avances en el control vía mente.  Hace poco, estos avances han llevado a que un hombre con una enfermedad debilitante de los músculos, pueda dar una caminata virtual por Second Life.

Esto lo realizan con el fin de convencer a los pacientes de que vale la pena llevar a cabo un programa de Rehabilitación para mejorar su condición.

Internet Cuántica

Navegando por la red, hemos encontrado un nuevo avance para la robótica, Prem Kumar (profesor de ingeniería eléctrica en la Universidad de Northwestern) ha dado un paso importante para hacer más práctica la computación cuántica y más tangible la idea de una futura Internet cuántica con una puerta lógica cuántica en una fibra óptica.

¿En qué se diferencian la Internet actual con una cuántica? Básicamente en que una red cuántica sería capaz de romper los límites de la comunicación por Internet. Hemos leído varias veces que la capacidad de la red de redes podría colapsar, que las velocidades enfrentarían cuellos de botella y que deberíamos olvidarnos del streaming de vídeos en el futuro. Una Internet cuántica podría solucionar todos estos problemas.

Posteado por: grupoavances | Septiembre 5, 2008

Historia de la Robótica…Volvamos al Inicio..

Desde niños hemos tenido cierta curiosidad por descubrir cómo se desarrolla, y qué involucra el diseño de máquinas que imiten las actividades del ser humano. Al remontar nuestras investigaciones hacia datos históricos nos encontramos con diferentes acontecimientos que inician la evolución de este tema.

 

Desde la antigüedad los egipcios unieron brazos mecánicos a las estatuas de sus dioses, estos brazos  operados por sacerdotes simulaban que el movimiento era inspiración de sus dioses.

 

Leer Más…

Posteado por: grupoavances | Septiembre 5, 2008

La Ética en la Robótica ¿Ya es aplicable?.

 

 

 

BBC Mundo

Fuente: BBC Mundo

 

Entre las sociedades actuales y principalmente en países desarrollados, las preocupaciones referentes a que un robot pueda tomar el rol de una persona se ha vuelto muy usual. Como hemos mencionado en otros artículos, en intento de controlar la competencia entre robots y humanos Isaac Asimov, en su serie Yo, Robot creo las tres Leyes de la Robótica.

 

Las leyes que pudieran o debieran ser aplicadas a los robots que guardan relación con los humanos, si en alguna ocasión llegaran a ser inteligentes han estimulado la creciente investigación de dichas competencias (Humano VS Robots).

En la actualidad no se han podido implementar estas leyes debido a que los robots no han alcanzado el desarrollo necesario para ser individuos independientes capaces de resolver problemas y riesgos tanto para los seres humanos como para ellos mismos.

Sin embargo, podemos hablar de Etica aplicada a las personas que diseñan y construyen robots, la cual incluye ciertos lineamientos de las funciones del robot y su posible repercusión en el personal que lo manipula, es decir, los factores de riesgo que debería enfrentar un personal técnico frente a las funciones o eventuales fallas que podría presentar un robot a lo largo de su vida útil. Dicha evaluación podría incluir un plan de contingencia frente a imprevistos.

Posteado por: grupoavances | Septiembre 5, 2008

Datos Interesantes…Curiosidades sobre Robótica.

 

Woods Hole Oceanographic Institution

Fuente: Woods Hole Oceanographic Institution

El Robot Jason Jr. llega al Titanic por primera vez después de 74 años. 

Mediante el Jason Jr., un robot autopropulsado con tecnología de cámaras de televisión con un ángulo de visión de 170 grados, se logra explorar el interior del Transatlántico Titanic hundido hace 74 años.  El Robot especialmente diseñado para esta expedición  y financiado por la Armada Norteamericana, logro filmar imágenes de los lujosos salones y espectaculares diseños de la época en que se suscito la tragedia. 

- Los robots podrían ser capaces de proporcionar compañía a una persona.

¿Qué puede lograr hacer un robot por mí?.  Ésta es la incertidumbre de miles de  personas aisladas del mundo de los avances científicos, quienes están a pocos años de descubrir que un robot puede mejorar su calidad de vida. Estas fueron las conclusiones de los investigadores de la Universidad de Saint Luis al  realizar un experimento para medir la situación emocional de los residentes de tres asilos ante condiciones diferentes. Los residentes del asilo fueron separados en tres grupos. En uno de ellos, se llevaba periódicamente a un perro de carne y hueso. En el segundo, a un perro robot AIBO fabricado por Sony, de apariencia poco natural. Mientras que el tercero no fue visitado por ningún perro.  Los resultados fueron sorprendentes, ambos perros proporcionaron prácticamente el mismo consuelo a la soledad de los pacientes, ambos eran esperados con la misma ansiedad y ambos eran recibidos con la misma alegría.

- Todo preparado para iniciar una forma de vida al estilo de “Los Supersónicos”

Una fantasía hecha realidad; desde niños a muchos de nosotros nos emocionaba ver la serie de televisión “los Supersónicos”; Inclusive, fantaseábamos con vivir al estilo altamente tecnológico de esa  excéntrica familia espacial; también, nos es imposible olvidar a uno de los personaje de la serie; categorizada, como el sueño de toda madre “ Robotina”, una robot limpiadora.

Me creen si les cuento que  Robotina ya está entre nosotros, y viene en una versión que supone la solución a unos cuantos problemas domésticos. Es que se trata de un robot mayordomo diseñado en Alemania, en el  Instituto Fraunhofer de Ingeniería y Automatización de Stuttgart, el Care-O-Bot 3 es un autómata que mide 1,45 metros, y que está especialmente desarrollado para ayudar a las amas de casa en sus labores diarias.

Posteado por: grupoavances | Septiembre 5, 2008

Reflexiones sobre Robótica.

 

Reflexiones sobre Robótica

Reflexiones sobre Robótica

 

Es claro que a pesar de todas las implicaciones que involucra la robótica en la sociedad actual, entre estas: filosóficas, éticas, morales, religiosas, científicas. La misma, se ha convertido en la rama de la tecnología que día a día toma más relevancia y aceptación en el mundo. Y es precisamente la necesidad del ser humano de crear y lograr, lo que nos ha llevado  a encontrarnos con avances que años atrás ni siquiera soñábamos.

 

Aunque para muchas personas esto solo se convierte en la necesidad de científicos de lograr ser dioses, la realidad es que nos ha ayudado en todas las áreas del desarrollo tecnológico acercándonos cada vez más al diseño de una entidad casi con características humanas.

Lo cierto es que actualmente, nos encontramos con países en la cúspide del desarrollo, jugando a lograrlo cuanto antes, creando cada vez más  robots humanoides, llamados así “porque trabajan con humanos” y pretenden alcanzar funcionalidades de humanos.

Mientras los logros científicos alcanzados nos proporcionen una mejor calidad de vida, ayuden al desarrollo económico, intelectual, social, cultural, y académico, y de igual forma, no atenten contra la integridad del ser humano,  estamos de acuerdo a que se siga con investigaciones y sorprendentes avances que permitan mejorar el mundo en que vivimos.

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Par jonathan ismael
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Vendredi 9 octobre 5 09 /10 /Oct 11:04
Par jonathan ismael
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Vendredi 9 octobre 5 09 /10 /Oct 11:02
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Par jonathan ismael
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