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Brujería
Naturaleza e historia

Ver también: Adivinación | Hechicería | Magia | Satanismo | wicca
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Es difícil distinguir claramente entre brujería, hechicería y magia... Estas prácticas utilizan medios ocultos (fuera de la revelación dada por Dios) para producir efectos mas allá de los poderes naturales del hombre. La brujería se adapta a los tiempos modernos y abunda aun en los libros populares para niños. Ver: Harry Potter

Nos escriben: "La brujería no es mala. En ella realmente no hay dioses o demonios ya que esos son solo conceptos de la religión católica aplicados a la brujería. Además, la brujería no tiene nada que ver con el satanismo. Cuando se confunde con este es generalmente por dos razones:

1 El satanismo utiliza, aunque invertido, el pentagrama de la brujería, para sacrificios humanos y de animales. En la brujería este pentagrama solo significa el equilibrio entre el agua, el fuego, la tierra, el aire y el espíritu del ser humano.
2 En la antigüedad se llamaron brujas o brujos a todos aquellos que renegaban de la fe Católica. 

Simplemente son creencias de cada quien y respeto su opinión.

RESPUESTA:
Padre Jordi Rivero

Es un error intentar imponer la fe. En algunos lugares y en diferentes épocas eso ocurrió por parte de todas las confesiones importantes. El Papa pidió perdón por los católicos. ¿Alguien mas ha pedido perdón? En la actualidad se cae con frecuencia en otro error: el relativismo; según el cual nada es bueno ni malo sino que todo depende de la opinión de cada cual. Esta posición evita discusiones pero evita también la posibilidad de crecer en el conocimiento de la verdad.
¿Es lo mismo creer en Dios que no creer?, ¿La verdad, importa?

Si los brujos no creen en el diablo según lo conoce la revelación cristiana, no por eso dejan de recurrir a el ya que la brujería implica por lo menos una búsqueda de la intervención de espíritus. Quien abre la puerta a los malos espíritus queda involucrado con ellos. La brujería implica la creencia en una realidad invisible a la que el practicante queda atado. Las Sagradas Escrituras y los Padres enseñan que se trata de una entidad diabólica (Dt 18,12). Con frecuencia he orado por personas que han sido víctimas de "trabajos" de brujería. 

El rechazo a la brujería no comienza con la Iglesia Católica. Como podrá ver en este artículo, la condena ya existía en el Antiguo Testamento. También el Imperio Romano penalizaba ciertas actividades de la brujería con la pena de muerte.


¿Por qué se recurre a la brujería?

La ayuda que ofrece la brujería se busca por diferentes razones. Las principales son: Para hacer daño a quien se odia; para atraer la pasión amorosa de alguien; para invocar a los muertos; para suscitar calamidades o impotencia contra enemigos, rivales u opresores reales o imaginarios; para resolver un problema se ha convertido en obsesión y ya no importa por que medio se resuelve.  

Prácticas de los Brujos

La brujería data desde los tiempos de la antigua Mesopotamia y Egipto. Así se demuestra la Biblia al igual que en otros antiguos escritos como el Código de Hammurabi (2000 a.C.).

No todos los brujos siguen las mismas prácticas  Pero no es extraño que el brujo haga un pacto con espíritus, abjure a Cristo y los Sacramentos, haga rituales como parodias de la Santa Misa o de los oficios de la Iglesia, adoren al Príncipe de las Tinieblas y participan en aquelarres (reuniones de brujos donde hacen sus maledicencias). La brujería está relacionada con el satanismo.

En brujería y en la magia hay elementos comunes:

1-La realización de rituales o de gestos simbólicos.
2- El uso de sustancias y objetos materiales que tienen significado simbólico.
3- Pronunciamiento de un hechizo.
4- Una condición prescrita del que efectúa el rito.

La brujería consta de rituales para hacer sus hechizos (ejercer un maleficio o atadura sobre alguien), algunos de los cuales requieren hierbas particulares. También hay palabras de conjuro o hechizo que pueden ser escritas para obtener un mayor poder. Quién realiza el rito debe desear su propósito con todas sus fuerzas para obtener mayores efectos y algunas veces debe ayunar por 24 horas antes de realizar el rito para purificar el cuerpo.

¿Es real el poder de la brujería?

Puede ser real, pero en muchos casos puede ser también sugestión de la mente, es decir pura mentira. En ambos casos está actuando el demonio, príncipe de la mentira.

La Biblia, la enseñanza de los Padres de la Iglesia y la tradición no dejan lugar a dudas sobre el hecho que los seres humanos tienen la libertad para pactar con el diablo el cual tiene influencia en la tierra y en las actividades humanas. Por otro lado algunos Padres como San Jerónimo, pensaban que en muchos casos la brujería es sugestión de la mente. 

La Biblia condena la brujería y la hechicería, no como falsas o fraudulentas, sino por ser una abominación: "A la hechicera no la dejarás con vida" (Exodo 22,18; Ver también Deuteronomio 18,11-12). La narrativa de la visita del rey Saúl a la hechicera de Endor (I Reyes 28) demuestra que su evocación de Samuel fue real y tuvo efecto.  En Levítico 20,27 se lee: "El hombre o la mujer en que haya espíritu de nigromante o adivino, morirá sin remedio: los lapidarán. Caerá su sangre sobre ellos".  Está claro que en estos casos se trata de un espíritu adivino.

El Pueblo de Israel, en muchas ocasiones, se tornó a la práctica de la adivinación y a la consulta de brujos, yendo así en contra de los mandatos de Dios. (Ez 13:18-19; 2 Cron 33:6; Jer 27:9...).

El Antiguo Testamento muestra claramente como los Israelitas y sus vecinos paganos estaban conscientes de la brujería y la magia. En el libro de Éxodo 7:11 leemos que el Faraón: "llamó a todos los sabios y adivinos. Y ellos también, los magos de Egipto, hicieron las mismas cosas (que Moisés) por medio de sus artes secretas".

El Primer Mandamiento condena la brujería, la magia y todo tipo de adivinación: "Yo Soy el señor tu Dios...no tendrás dioses extraños delante de mi" (Ex 20:2-3). 

El Nuevo Testamento igualmente condena la brujería como una realidad perversa: (Gálatas 5,20; 13,6;  Apocalipsis 21,8; 22,15). El mago Simón era practicante de la magia pero le dio envidia de los Apóstoles al ver que la gente recibía el Espíritu Santo cuando ellos imponían las manos. Ofreció dinero a los Apóstoles para que le enseñaran como hacer esto y Pedro le contestó: "...tú corazón no es recto delante de Dios. Arrepiéntete , pues, de esa tu maldad..." (Hechos 8:9-22).

La brujería opera con poder satánico (dado por Satanás). Se trata de los poderes que oprimen a los hombres y que Jesucristo confrontó hasta morir y resucitar para librarnos de ellos. Su victoria no nos evita la lucha contra el maligno sino que nos da la fuerza para vencerlo si tenemos fe.

Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas. Efesios 6:12

Debemos evitar tanto el exagerar como el minimizar el poder de Satanás. En una guerra es esencial conocer las fuerzas contrarias y saber como vencerlas. Satanás tiene poder para tentar y asediar a los fieles, pero su poder no es comparable al de Dios Todopoderoso. Satanás puede causar persecuciones y hasta el martirio de los fieles. La victoria de los santos no está en vivir sin pruebas sino en vencerlas manteniéndose fieles a Dios.

El demonio existe y entra en relación con aquellos que lo buscan. Como recompensa a quién le ofrece culto, el demonio otorga poderes preternaturales para obtener poder, fama, dinero, influencia, es decir las cosas que desea la carne. Por medio de la brujería se puede llegar a lograr el éxito en el mundo profesional ya sea como artista, profesional, militar, político, etc.  Estas personas pueden parecer muy atractivas y tener un gran don de ganarse a la gente hasta el punto de atraer grandes multitudes y convertirse en dioses para sus admiradores los cuales son capaces de hacer hasta lo irrazonable por sus ellos. Los poderes del mal pueden cegar las mentes y fanatizarlas portentosamente. La brujería no es mera superstición. El demonio ciertamente arrastra hacia su reino del mal a los que se involucran en ella y a sus aduladores. Si no hay arrepentimiento y conversión, el final será el infierno.

Qué hacer contra las brujerías

Al enterarse de que alguien le está haciendo un "trabajo" de brujería, muchas personas tienen miedo. Esto es lo que el quiere ya que por el miedo puede dominarnos. Debemos recordar que el demonio nada puede contra los que son fieles a Dios. Nuestro Padre Celestial es Todopoderoso y nos ama. El demonio sólo puede con aquellos que no confían en Dios y por falta de fe están espiritualmente débiles o muertos. Son como pollitos que se han alejado de la protección de la gallina y se exponen al gavilán. Por eso Jesús nos dice:

¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina reúne a sus pollos bajo las alas, y no habéis querido! Mateo 23:37

Quién está amenazado por brujerías que recurra al Señor por protección y no tema. Debe poner en Dios toda su confianza y practicar su fe, no por miedo a la brujería sino por convicción: acercarse a los sacramentos, la oración personal y pedir a los hermanos que oren por él. La gracia del Señor jamás faltará a quién la busque.

Jamás debemos ir a otro brujo para "defendernos". Eso sería caer en la trampa del demonio haciendo lo que él quiere: que desconfiemos de Dios para que recurramos a él.

Muchas veces las personas recurren a la brujería en momentos de desesperación, cuando creen que es el último recurso que les queda.  En esos momento vulnerables alguien les ofrece la brujería como una solución fácil.  Como católicos jamás recurrimos a ningún medio espiritual fuera de Dios.  Cuando pedimos la intercesión de los santos, por ejemplo, no buscamos una vía alterna sino que buscamos su ayuda tan solo y precisamente para mantenernos fieles al Señor como ellos lo hicieron. Hay dos familias: la de Dios y la del demonio. Cada uno recurre a los miembros de la suya.   Pidamos a Dios que prefiramos morir antes de buscar algo del demonio.


Fantasías en torno a la brujería

Aunque es cierto que en la brujería hay acción diabólica, la gente ignorante y supersticiosa ha creado muchísimas fábulas y supersticiones: Brujas que vuelan sobre una escoba, encantaciones que transforman a la víctima en un sapo...  Estas fantasías no son causadas por la religión, sino al contrario, ocurren por faltar la auténtica fe.

En el trabajo "De ecclesiasticis disciplinis" atribuido a Regino de Prum (906 d.C.), en la sección 364, critica a "ciertas mujeres" que "seducidas por ilusiones y fantasmas de demonios, creen y abiertamente profesan que en plena noche ellas viajan sobre ciertas bestias junto con la diosa pagana Diana y una cantidad innumerable de mujeres, y que en estas horas de silencio vuelan sobre vastas expansiones de terreno y la obedecen como señora..."  Regio se lamenta que ellas llevan a esas fantasías y por lo tanto al paganismo a mucha gente (innumera multitudo). Concluye que es "el deber de los sacerdotes enseñar a la gente que estas cosas son absolutamente falsas... implantadas por el maligno"

Falsas acusaciones y crueldades contra presuntos brujos y brujas.

Lamentablemente no siempre se siguió el consejo de Regino de Prum. La brujería se convirtió en escape para culpar de cualquier cosa, hasta desastres naturales y epidemias. Pero existieron otras razones, entre ellas el poder y el interés de crear causa contra enemigos.  El resultado fue la persecución y "caza de brujas" en que se enjuiciaron y condenaron a muerte injustamente a muchas personas, casi siempre las más indefensas. Quizás el caso más famoso es el de Santa Juana de Arco quién, acusada de bruja, murió quemada. Nos sirve para elucidar los intereses de poder, venganza y maldad que daban lugar a las persecuciones de brujas.

La persecución de las brujas comienza con el poder secular.  El Imperio Romano, en el siglo III, castigaba con la pena de la hoguera a los que causaran la muerte de alguien con sus encantamientos (Julius Paulus, "Sent.", V, 23, 17). En el siglo IV, la legislación eclesiástica quiso atenuar la severidad del estado. El Concilio de Elvira (306), Canon 6, rehusó el Viáticum a aquellos que matasen con una encantación (per maleficium) y añade que tal crimen no podía efectuarse "sin idolatría",  ya que el culto al demonio es idolatría. El canon 24 del Concilio de Ancyra (314) impuso cinco años de penitencia a los que consulten magos. Penas similares fueron establecidas por el concilio oriental en Trullo (692).

En los primeros trece siglos de la era cristiana no se dieron por lo general las crueles persecuciones y cazas de hechiceros que aparecieron más tarde.  Mientras el estado permitía la tortura contra los hechiceros, el Papa Nicolás I (d.C. 866) la prohibió. Una ordenanza similar aparece en los Decretos Pseudo-Isidoros. Pero la Iglesia no pudo eliminar la tortura y otros abusos que están arraigados en el corazón del hombre. Llevar el nombre de cristiano no es suficiente para comportarse como tal.

En muchas ocasiones el clero habló con autoridad para evitar las acusaciones fanáticas y abusivas. Entre ellos San Agobardo, arzobispo de Lyon (m. 841) quien escribió "Contra insulsam vulgi opinionem de grandine et tonitruis" (contra las necias creencias de la gente sobre el granizo y el rayo) (P.L., CIV, 147). El Papa Gregorio VII en 1080 escribió al Rey Harold de Dinamarca prohibiendo que las brujas fueran sentenciadas a muerte.

La Inquisición

En la segunda mitad del siglo XIII, la recién instituida Inquisición Papal comenzó a imponer cargos de hechicería. Alejandro IV, ordenó (1258) que los inquisidores debían limitar sus intervenciones a casos con alguna clara presunción de creencias heréticas (manifeste haeresim saparent). Pero como la brujería, con sus prácticas diabólicas, está muy ligada a la herejía, la persecución de brujas no se evitó.

En Toulouse, sede de la herejía de los Cátaros, fue donde en 1275 se dio el primer caso conocido de una bruja llevada a la hoguera por la sentencia jurídica de un inquisitor (Hugues de Baniol Cauzons, "La Magic", II, 217).  La mujer "confesó" haber dado a luz a un monstruo, producto de su relación carnal con espíritus malignos, y haberlo alimentado con carne de infantes que se procuraba en expediciones nocturnas. La posibilidad de relaciones carnales entre seres humanos y demonios era aceptada por algunos grandes teólogos como Santo Tomás y San Buenaventura, sin embargo  en la Iglesia prevalecía el sentir contrario. Un testigo poco amistoso con la Iglesia, Riezler (Hexenprozesse en Bayern, p. 32) reconoce que "entre los representantes oficiales de la Iglesia, esta tendencia más saludable prevaleció hasta los umbrales de la epidemia del juicio de brujas, o sea, hasta avanzado el siglo XVI".  En el Sínodo Provincial de Salzburgo de 1569 (Dalham, "Concillia Salisburgensia", p. 372), hubo una fuerte tendencia a prevenir la  imposición de la pena de muerte en acusaciones de brujería, insistiendo que estas son ilusiones diabólicas.

Pero no hay duda de que en el siglo XIV algunas constituciones papales de Juan XXII y Benedicto XII (cf. Hansen, "Quellen und Untersuchungen", pp. 2-15) impulsaron a los inquisidores a realizar enjuiciamientos por brujería y otras prácticas mágicas,  especialmente en el sur de Francia. En un juicio a gran escala en Toulouse en 1334, en el que se procesaron a 63 personas por ofensas de este tipo, 8 fueron entregadas al poder secular para ser quemadas. El resto  fueron a prisión de por vida o con largas sentencias. Dos de las condenadas,  ambas mujeres mayores, después de ser torturadas, confesaron haber asistido a un aquelarre de brujas, haber allí adorado al demonio y ser culpables de indecencias con él y otras personas presentes, y haber comido carne de infantes. (Hansen, "Zauberwahn", 315; y "Quellen und Untersuchungen", 451). En 1324 Petronilla de Midia fue quemada en Irlanda por recomendación de Richard, Obispo de Ossory.  Durante este período, las cortes seculares acusaban y enjuiciaban por brujería con igual o mayor severidad que los tribunales eclesiásticos. Se usaba la tortura y la hoguera.

No se conoce qué enjuiciamientos de este tipo se llevaron a cabo en Alemania por inquisitores papales durante los siglos XIII y XIV.  Alrededor del año 1400 encontramos muchos enjuiciamientos de brujas en Berna, Suiza, a  manos de Pedro de Gruyères, que, a pesar de lo que dice Riezler, era sin lugar a dudas un juez secular (Hansen, "Quellen, etc.", 91 n.). También jueces seculares en Valais (1428-1434) mataron 200 brujas; y en Briancon en 1437 más de 150. Las víctimas de los inquisitores -ej. en Heidelberg en 1447 o Savoya en 1462- parecen no haber sido tan numerosas.

Algunos escritores han pensado que la bula "Summis desiderantes affectibus", del Papa Inocencio VIII (1484), fue responsable por la fiebre contra las brujas. Esto no es cierto ya que las campañas anti-brujas preceden a esta bula, la cual no contiene nada nuevo. Su efecto fue más bien el de ratificar el poder ya conferido a los inquisitores Enrique Institoris y Santiago Sprenger, para tratar con crímenes de brujería y herejía y pedir al Obispo de Estrasburgo que apoye a los inquisitores. Esta bula papal, sin embargo, no pronuncia ninguna decisión dogmática. Quizás el libro "Malleus Maleficarum" (el martillo de las brujas), publicado unos dos años después por los mismos inquisitores, fue el que más incitó al enjuiciamiento de brujas. Pero los enjuiciamientos de brujas en  los siglos XVI y XVII fueron en su mayoría hechos por el poder secular.

La Reforma Protestante ante la caza de brujas.

Lucero,  Calvino y sus seguidores acentuaron la creencia popular en el poder del demonio en la brujería y otras prácticas mágicas. Lutero, basado en su interpretación del mandamiento bíblico, abogó por la exterminación de las brujas. "La Historia del Pueblo Alemán" de Janssen, argumenta con muchas pruebas (capítulos IV y V, del último volumen -vol. XVI de la edición inglesa), que una gran responsabilidad por la caza de brujas recae en los Reformadores.

El código penal conocido como "Carolina" (1532), decretó que la hechicería debe ser tratada como una ofensa criminal en el imperio Alemán, y si causó daño a alguna persona la bruja debía ser quemada. Hubo mayor actividad de cacería de brujas en los distritos protestantes de Alemania que en las provincias católicas. Ejemplos de ello son Osnabruck y Wolfenbuttenl.  En Osnabruck, en 1583, se quemaron 121 personas en tres meses. En Wolfenbuttenl en 1593 se llegaron a quemar hasta diez brujas en un día. Pero hasta el 1563 no se hizo una resistencia eficaz a la persecución, y fue a través de un protestante de Cleues, Juan Weyer. Se le unieron las protestas de Ewich y Witekind.

En el debate sobre las brujas había católicos y protestantes en ambos lados. Quizás la protesta más efectiva contra la caza de brujas fue la del jesuita Friedrich von Spee, quién en 1631 publicó "Cautio criminalis".

La persecución ocurrió en muchos países

La persecución de brujas se extendió por muchos países. En el siglo XVI los tribunales seculares en Roma llevaron a cabo enjuiciamientos. En Inglaterra y Escocia también hubo persecuciones pero no hay cifras precisas sobre las ejecuciones. Según escribió Howell en 1648, sólo en Essex y Suffolk hubo cerca de 300 brujas procesadas en dos años, la mayoría ejecutadas. 

El Papa Gregorio XV, en su constitución "omnipotentis" (1623), recomendó un procedimiento más clemente y en 1657 una instrucción de la inquisición amonestó con eficacia la crueldad de las persecuciones.  Al final del siglo XVII la persecución comenzó a reducirse en casi en todo el mundo y al principio de  XVIII  prácticamente cesaron. El último juicio por brujería en Alemania fue en 1749 en Wurzburg, pero en Suiza una niña fue ejecutada como bruja en el cantón protestante de Glarus en 1783.

En los Estados Unidos, Cotton Mather, en su "Maravillas del Mundo Invisible" (1693), cuenta que 9 ejecuciones de brujas ocurrieron en Nueva Inglaterra. En la actualidad Estados Unidos celebra Halloween el 31 de octubre (la víspera del día de todos los santos), en que se recuerdan las historias de brujas de una forma fantasiosa. Se acostumbra a disfrazarse, preferiblemente de brujas, duendes, monstruos o cualquier cosa que de miedo, y se reviven los cuentos de brujas.  En el ambiente materialista de la actualidad se hace de todo ello una broma, pero en el fondo opera también un deseo pagano de llenar un vacío espiritual.

No hay pruebas sobre las alegaciones de que algunas mujeres fueron enjuiciadas formalmente en México a finales del siglo XIX (ver Stimmen aus Maria-Laach, XXXII, 1887, p. 378).

Un gran número de ellas confesaron espontáneamente, aparentemente sin amenazas, haber participado, en prácticas satánicas. Además, el pleno reconocimiento de culpa parece constantemente haber sido confirmado justo antes de la ejecución, cuando el acusado no tenía nada que ganar o perder con la confesión. Esto puede atribuirse en muchos casos a razones psicológicas y, claro está, no justifica la práctica de pena de muerte.

Conclusión

Los males que sufre la humanidad son fruto de su apertura al demonio por el pecado. Una forma extrema de esa relación es la brujería. Se llega a pactar con él y a buscar su intervención.  La enseñanza de la Biblia, los Padres de la Iglesia y la tradición concuerdan en que la brujería es real y digna de condenación.  Jesucristo vino para vencer y atar al demonio. Con frecuencia se enfrentó directamente con él para reprimir su actividad sobre sus víctimas. El tiempo entre la primera y segunda venida del Señor es de gran batalla espiritual y nos involucra a todos.

Por muchos siglos y en muchas naciones, la ignorancia, la crueldad y falta de justos procesos judiciales llevaron a terribles persecuciones, falsas acusaciones y la matanza de muchos acusados de brujería. Hechos injustificados y deplorables.

En la actualidad hemos caído en el extremo opuesto: se niega la realidad de la actividad satánica y, por ende, de la brujería.

Como cristianos debemos seguir el camino de Jesucristo quién rechaza el pecado pero ama al pecador. La enseñanza de Jesús en el caso de la mujer sorprendida en adulterio se aplica también a la brujería como a cualquier pecado. El camino de Jesús no es la condenación al estilo de los que se proponían apedrearla. Tampoco es la actitud de los que hoy pretenden que no existe el pecado. Eso sería abandonarla sumida en su desgracia. El camino de Jesús es el amor que defiende de la crueldad y llama a una vida nueva, libre de pecado.  El mal no se vence matando sino ayudando con amor y verdad a salir del pecado.  El Señor nos enseña a amar a nuestros enemigos.  El amor  de Dios es más fuerte que la maldición de todos los brujos del mundo. Una gota de su Preciosa Sangre tiene poder para disipar el más enfurecido ataque diabólico.


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Esta página es obra de Las  Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María

 

Par jonathan ismael
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Mercredi 5 août 3 05 /08 /Août 11:29


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21-04-2006
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Rosana Lakunza Bilbao
Toti Martínez de lezea es un torrente de palabras, una apasionada por la historia y una persona que vive su trabajo con pasión. En su último libro, ‘‘Brujas’’, recorre lo que fueron los siglos XVI y XVII para los que fueron acusados de brujería, en su mayoría mujeres, más de mil muertes en la hoguera, cárcel, tortura... Ella es bastante escéptica y no tiene mucha fe en los poderes mágicos, pero siempre le queda una pregunta en el tintero, ¿por qué estas mujeres se autoculparon de hechos que eran imposibles de realizar? La edición tiene cincuenta ilustraciones de Juan Luis Landa.

Recurro al tópico, ¿haberlas haylas?

No hay que creer en ellas, pero no hay que decir que no existen.

¿Por qué este libro?

Llevo muchos sobre estos temas y me gustan mucho, es como recuperar nuestra historia. Además siempre me he preguntado, ¿por qué acusaron a estas mujeres? Los siglos XVI y XVII fueron terribles. Y tengo que decir que desde aquí hemos dado una palabra, akelarre, ahora es internacional.

¿Cuántas personas murieron en Euskadi?

Unas mil personas, la mayoría en Lapurdi y Navarra. En esta cifra no entran las personas que murieron en la cárcel, que sufrieron persecución, que fueron torturadas...

Tiempos duros...

Lo más terrible es el terror que sembraron. En la Comunidad Autónoma fueron los vecinos, los párrocos los que se encargaron del tema de la brujería; de las denuncias, de los juicios.

¿Se puede considerar una persecución de género?

Fue una persecución femenina. Al final de libro digo que no fueron perseguidas por ser brujas, sino por ser mujeres.

¿Hay alguna base para apoyar ciertas creencias?

La raíz está en las creencias y viene desde los tiempos más remotos. Las preguntas que se hace la humanidad en estos momentos, también se las hacía el hombre prehistórico.

¿Le ha costado llegar al final de libro?

Son años de tratar sobre el tema, de leer a Caro Baroja y Barandiaran, en el libro también hay deducciones personales mías.

Díganos algo que nos obligue a leer su libro.

La gente lee poco estos libros. Yo he tratado de unificar muchas cosas que estaban escritas y de exponer mis observaciones, de desmitificar ciertos temas...

¿Hay un motivo para que se desate esa caza de brujas?

Con esta caza de brujas se distraía la atención de todo lo malo que ocurría en la época y que nada tenía que ver con brujerías y hechizos.

Concebimos el akelarre como una orgía.

Es la idea que se ha vendido; misas negras, brujas volando, relaciones sexuales con el demonio, con el macho cabrio...

¿Y qué era?

Una fiesta, una reunión de familia, de amigos, de vecinos, una gaupasa...

¿Queda algo de todo aquello, aunque sea a nivel folklórico?

Quizá podamos hablar a nivel folklórico como tú dices, la hogueras de la noche de San Juan. No hay mucho más...

Pero la literatura habla de pócimas. ¿Me puede dar usted alguna receta mágica?

Había pócimas para todo. Te voy a dar una que sirve para volar.

¿Seguro?

Belladona, mandrágora, cornezuelo de centeno y piel de sapo. Se cuece todo a partes iguales en manteca y se unta por todo el cuerpo.

¿Y?

ja, ja, ja... que quien lo use tenga cuidado con las alucinaciones, volar a lo mejor, pero...

Vamos que es de dudosa funcionalidad, ¿existe alguna receta para conseguir fortuna?

Yo no he encontrado ninguna, hay recetas vigorizantes, afrodisíacas.

¿Ha hecho usted uso de uso de alguna pócima?

No, hay que creer en ello y...

... usted no cree.

Ni creo yo, ni creían los que mataban a las brujas, cómo iban a creer en cosas que eran imposibles de hacer.

¿Entonces?

Lo que sí me he preguntado es por qué estas mujeres, en su mayoría era mujeres, se confesaban culpables de cosas que no podían llevar a cabo. No lo entiendo.

Se ha popularizado tanto la maldad de las brujas que se han convertido en protagonistas de muchos cuentos infantiles.

Todo viene de esa época, en su mayoría son cuentos medievales. Todos hemos leído relatos en los que sale una vieja jorobada, con la verruga en la nariz.

¿De haber vivido en esa época hubiera tenido problemas con la Inquisición?

Más por defender a las que llamaban brujas que por serlo. Yo soy de naturaleza escéptica.

Para ser una escéptica sus relatos siempre se mueven en un mundo de misterios.

Me encantan estas cosas, leo mucho sobre las religiones.

La historia reciente debe tener pocos misterios.

Al haberla vivido soy poco imparcial.

¿Ha leído ‘‘El código da Vinci’’?

Sí, lo he leído. ¿Quieres saber lo que opino?

Claro.

No es de lo mejor que he leído, se lee rápido. El tema sobre María Magdalena, Jesús, los templarios siempre trae polémica, pero no es una novedad.

¿La ficción histórica se puede permitir licencias?

Licencias importantes no, para eso es historia. Pero cuando critican mis libros siempre digo que no son un manual de historia, son novelas. Mis referencias siempre están investigadas.


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Par jonathan ismael
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Mercredi 5 août 3 05 /08 /Août 11:27
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19 Oct 2007

Sobre Brujas… (continúa)

Halloween y Día de Muertos

Brujas

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En la Península Ibérica dos regiones se destacan por la proliferación de brujas y hechiceras: Galicia y Euskadi. Las numerosas denuncias y procesos que se producían en Galicia obligaron a Felipe II a enviar una comisión que investigara los poderes atribuidos a bruxas, meigas y sorgiñas. En el informe que se conserva en los archivos de El Escorial, los investigadores aseguran que las vieron salir por las chimeneas de sus casas a medianoche. Pero el reino de Navarra y el País Vasco fueron las zonas más asoladas por la obsesión brujeril. Ya en 1466 los guipuzcanos obtienen de Enrique IV permiso para que los alcaldes a las brujas que asolan la provincia. Poco después nace en la sierra de Amboto un notable foco de aquelarres. En 1507 treinta brujas son quemadas por el tribunal inquisitorial de Logroño. Y en 1525 más de 400 personas son interrogadas en Pamplona, donde dos niñas confiesan haber participado en un aquelarre, y colaboran en el arresto y condena de un centenar de presuntas brujas. El inquisidor Alonso de Salazar y Fría, radicalmente disconforme con sus colegas, descubrió contradicciones en los testimonios, y no encontró evidencia sobre la realidad de los aquelarres, concluyendo que en toda la comarca no se había cometido ningún verdadero acto de brujería. La inquisición española le respaldó en las Instrucciones de 1614, que recomendaban benevolencia y cautela en esta clase de procesos. Gracias a ellas la península quedó prácticamente libre de la locura en que la caza de brujas sumió al resto de Europa. Se acusaba, además, a las brujas de arruinar las cosechas, de provocar enfermedades y muertes entre los animales y sus propios vecinos, de matar niños, de practicar el incesto y el aborto, de comer carne humana y beber sangre, de desenterrar cadáveres, etc. Pero es muy difícil saber qué hubo de cierto en tales acusaciones, ya que estas descripciones suelen proceder de sus perseguidores y, cuando figuran en las declaraciones de las propias brujas, fueron obtenidas mediante amenazas y torturas, que inducían a las acusadas a ajustarse a lo que sus torturadores querían escuchar. Otras de sus visiones seguramente se deben al carácter alucinógeno de las sustancias que las brujas se aplicaban. No se entiende, que nadie en aquella época, fuese capaz de preguntarse cómo era posible que aquella pobre gente pudiese entregarse a las prácticas repugnantes y abominables que se les atribuían. Y todo ello para condenarse sin remedio por toda la eternidad, con el único propósito de obtener unos supuestos poderes sobrenaturales que, sin embargo, les dejaban indefensos ante sus jueces y torturadores. Todo invita a pensar que hubo una campaña de desprestigio perfectamente orquestada en la que se jugó con los impulsos más inmediatos y viscerales del pueblo, dirigiéndolos contra estos contestatarios que se rebelaban contra el orden establecido.

¿Por qué hay más brujas?

Los cronistas de la caza de bruja lo dejan claro. Por cada hombre, 500 mujeres practican la brujería, asegura Bodin. Por cada brujo, 10.000 brujas, aumenta De Lancre. Los textos de la época muestran una gran prominencia del sexo femenino. ¿A qué se debe? Esta claro que la Iglesia , como otras religiones patriarcales, vio en ella el origen de todos los males, inclinándola aún más hacia la brujería, como protesta instintiva contra la represión de que era objeto, se sigue así un proceso de satanización de la mujer, patente sobre todo en épocas de pestes, cismas, guerras y temores, en los que las más celosas mentes toman consciencia de los peligros que amenazan a la Iglesia. Tras ello se adivina la figura de Satán, y clérigos e inquisidores se movilizan contra la ofensiva demoníaca; su líbido reprimida está cargada de agresividad; seres sexualmente frustrados proyectan sobre otros lo que ellos mismos no pueden identificar y buscan chivos expiatorios que no podían ser otros que la mujer. La explicación hay que buscarla en la naturaleza del viejo culto en el que oficiaban como sacerdotisas. La respuesta está en una religión lunar, eminentemente femenina, centrada en la diosa madre, cuyo comparsa es un dios cornudo; divinidad de la magia y del conocimiento no racional, progresivamente suplantada por el dios solar de la luz y la racionalidad. También griegos, romanos y anglosajones temían a las hechiceras; mujer y magia han sido siempre sinónimos.Lo cierto es que en su furia por exterminar las nuevas corrientes del pensamiento, la inquisición uso a las brujas como víctimas.Hierbas, pócimas y droga

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Las brujas eran expertas en toda clase de hierbas. Con ellas y los más singulares elementos preparaban en su caldero ungüentos mágicos, pócimas curativas, eficaces venenos y filtros amorosos que guardaban en jarras y botellas. Depositarias de antiguos conocimientos transmitidos de madres a hijas, de iniciadora a iniciada. Así se explica que las brujas de los más diversos rincones de Europa utilicen los mismos elementos para fines semejantes. Hoy sospechamos que el vuelo nocturno y otras de sus visiones eran producidas por ciertas plantas alucinógenas que, mezcladas con grasa, penetraban por los poros de su piel, tras frotarla enérgicamente. Nynauld distingue en 1615 tres variedades de ungüentos: “el que produce la ilusión momentánea de una transformación animal; el que permite creer a las brujas que van al sabbat, pero se localiza únicamente en la imaginación; el que permite un verdadero viaje al sabbat, mientras dios lo permita”. Por insólita que nos parezca esta posibilidad, no hay que descartar que algunas pócimas pudieran en efecto facilitar una experiencia extracorporal que permitiera a la bruja desplazarse psíquicamente al punto de reunión. Esto puede deducirse de las descripciones pormenorizadas que algunas acusadas hicieron de lugares que nunca habían visto físicamente, y es refrendado por prácticas semejantes de los brujos tribales, capaces de describir certeramente lo que sucede en lugares remotos sin salir de su cabaña. Inquisidores y eruditos de la época han descrito la composición de estas unturas y el modo que tenían de administrárselas. Gracias a ellos, los investigadores modernos han identificado diversos elementos alucinógenos, y varios narcóticos de extracción vegetal. Así sabemos que en algunas de sus combinaciones mezclaban belladona, beleño, adormidera, acónito, semilla de girasol, cannabis, cicuta, solano, amapola, digital, mandrágora, eléboro, etcétera.

Cazadores de brujas

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El sadismo, la curiosidad morbosa y las peores cualidades humanas exacerbaron el espíritu de los cazadores de brujas, convirtiéndolos en verdugos despiadados, capaces de las más terribles atrocidades. El principal catalizador de tan horrible proceso histórico es el Malleus Maleficarum, verdadero manual del cazador, que resumía cuantos chismes sobre la brujería circulaban en la época e intentaba justificar el uso de todos los métodos en las investigaciones. Esta obra siniestra, causa de incontables crímenes y sufrimientos, pronto se convirtió en un auténtico bestseller y desató una epidemia de libros brujeriles, que se editaban por cientos de miles. Los jueces se consideraban a sí mismos instrumentos de la providencia; creían que su función les protegía de maleficios, formulaban a los sospechosos preguntas tan escabrosas como insanas y aceptaban cualquier testimonio, incluido el de niños, idiotas, histéricos y delirantes. Algunos aceptaron dinero o chantajearon a los acusados; no faltaban a los delatores de brujos profesionales y quienes por este procedimiento se quedaron con las fortunas de sus súbditos o familiares, mientras conducía a aquellos a la hoguera. La caza de brujas, en la que participaron intensamente los protestantes, constituye uno de los más negros episodios de la historia. Los contemporáneos de la época describían a las brujas como mujeres repulsivas, capaces de realizar hechizos y preparar ungüentos y brebajes con virtudes mágicas, aunque entre las procesadas no faltan miles de bellas jóvenes cuya virginidad pudieron comprobar los verdugos. Suelen vivir con un gato, sapo, cuervo o perro negro, animales llamados familiares que participaban activamente en sus fechorías. Tras su pacto con el diablo, que implica unas relaciones sexuales con éste, cuyas descripciones podrían ruborizar a no pocos cyberlectores, Satán las señala con una marca imborrable en cualquier parte del cuerpo. La búsqueda sádica de esta marca ocupó buena parte de la actividad de los interrogadores. En ciertas noches de la semana, tras aplicarse un ungüento, se trasladaban volando (a lomos de una escoba o un macho cabrío) hasta sus lugares de reunión. Sus asambleas son conocidas como sabbats o aquelarres, que en vasco significa prado del macho cabrío. Las preside este animal, en que los inquisidores ven al diablo.

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MysteryPlanet

La Inquisición

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Se considera como tal a las actividades que tienen como común denominador el ejercicio de un poder sobrenatural siniestro, ejercido por personas que vivían sometidas al demonio. Generalmente sus practicantes, supuestos o reales, eran mujeres. También se le conocía como hechicería o magia negra. Entre las principales razones para acudir a la ayuda de las brujas predominan los desórdenes sexuales -tales como adquirir filtros para seducir a la persona deseada-, suscitar calamidades y daños contra enemigos o rivales, invocar a los muertos y, en general, para resolver todo tipo de problemas. No todas las brujas seguían las mismas prácticas, pero las siguientes eran las más comunes: la bruja reniega de Cristo y los sacramentos realizando un pacto con el demonio, en cuyo honor realiza ritos diabólicos en los que hace una parodia de la Santa Misa o de los oficios de la Iglesia, adorando a Satanás, príncipe de las tinieblas, al cual le ofrece su alma a cambio que le diese poderes sobrenaturales. Así, la brujería está directamente relacionada con el satanismo.

“La hechicería se vivía como una verdadera amenaza en el seno de la comunidad, las convicciones relativas a la magia estaban profundamente arraigadas en la vida social. Para el hombre común la hechicería resulta un complejo ideológico capaz de aportar soluciones a gran parte de los problemas cotidianos. La acción del hechicero se desarrolla en dos direcciones, magia de protección y magia destructora: sanar enfermedades, deshacer hechizos, adivinar, proteger de los ataques, preparar filtros. Su posición social es ambivalente, el paso de una categoría benefactora a otra malhechora es producto del temor y sospechas que este poder levanta entre sus vecinos. De acuerdo con este credo, los males no son un castigo de Dios por nuestros pecados, sino los ataques malintencionados de ciertas personas, y en consecuencia, se tomaba por muy real la explicación de que alguien podía estar provocando la desgracia. Quién mejor que el enemigo o el marginado para hacerse responsable del infortunio imprevisto, de su envidia o resentimiento podían ser víctimas no sólo personas adultas…”.

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Este tipo de actividades se remonta a épocas inmemoriales y a las más diversas regiones del mundo a través de toda la historia de la humanidad. Coinciden con una concepción dualista. Según esta cada día y en cada lugar se enfrentan las fuerzas del bien (hijos de Dios) con las del mal (servidores del diablo). Cada una de estas tendencias efectúa sus ritos, tiene su organización, sus jerarquías y sus prácticas. Las brujas resultaban siendo servidoras del demonio, a quien le debían sus dones excepcionales. Según las creencias populares se les solía atribuir una serie de poderes, considerándolas capaces de producir plagas en las cosechas, tormentas, enfermedades o diversos tipos de daños en los enemigos de sus clientes incluyendo la muerte. Se les suponía expertas en la preparación de pócimas que tenían la facultad de hacer que el que las bebiese se enamorase u odiase a otras personas. Asimismo, se creía que podían transformarse o transformar a otros en animales, realizar vuelos nocturnos, hacerse invisibles, acceder a cualquier lugar por más lejano y seguro que fuese y que eran las responsables de las desgracias de los reyes, etc. Para realizar sus atrocidades se reunían, generalmente por la noche, en aquelarres, reuniones orgiásticas en las que se daba rienda suelta a todo tipo de abominaciones y que tenían como invitado de honor al propio Lucifer, representado por un macho cabrío. La brujería era una de las actividades más antisociales por lo cual, como sostenían Lutero y Calvino, se hacía merecedora de los más severos castigos.

Las consecuencias que trae a una sociedad el hecho de que se crea objeto de actos mágicos constantemente son incalculables, pues todo su sistema de sanciones religiosas o legales, debe ajustarse al que podríamos llamar sentido mágico de la existencia” . Ya en el Antiguo Testamento se ordenaba que a las brujas se les condenase a muerte (Exodo, XXII, 18). Platón sostenía que a las personas que usasen de ella para hacer el mal se les debería aplicar igual sanción. Desde las más antiguas leyes romanas hasta las últimas previas a su cristianización se mantiene la condena más enérgica para estas actividades. Por mencionar tan sólo algunas persecuciones en contra de las brujas, que datan de entonces, podemos señalar las realizadas en la época de Constancio, Valente y Valentiniano I. En los primeros siglos del cristianismo fue muy poco reprimida pero, leyes como las del Codex Iustinianus (libro IX, título 18) sancionan con la pena capital a quienes celebran sacrificios nocturnos en honor del demonio.

A partir de la Edad Media la rigurosidad irá en constante aumento hasta llegar a su clímax en los siglos XVI y XVII. La brujería era sancionada indistintamente por las autoridades civiles como por las eclesiásticas. La persecución contra las supuestas o reales brujas fue una de las páginas más negras de la historia de la humanidad, que solamente en el siglo XVII en Inglaterra anglicana acabó con más de 50,000 personas quemadas en la hoguera mientras que, en Alemania la cifra se estima en 100,000. En este marco general cabe resaltar un hecho indiscutible: si en España y sus colonias no se llegaron a quemar brujas fue básicamente gracias al Santo Oficio.

Sobre la temática brujeril tuvo especial importancia la gestión del Inquisidor General Alonso Manrique, quien, además, había ordenado en 1526 la recopilación de la normatividad del Tribunal, bajo el título de Instrucciones antiguas, las cuales correspondían a la época de Torquemada y Deza. Manrique convocó a una congregación de teólogos y juristas para saber cómo proceder con la brujería:
“A pesar de esos amables magos (que son tal vez una excepción) la ideología «brujeril» es más a menudo maléfica que benéfica. A propósito de esto, Cohn ha incorporado algunos hermosos textos, brotados de la Suiza alemánica en los siglos XIV y XV. Encontraremos su equivalente más tarde entre los gascones en los tiempos de Carlos IX y de Enrique IV. Los brujos rurales de esas diversas zonas son siempre capaces de hacer el mal y el bien, a elección, sobre pedido. Pero se especializan de mejor gana en la primera rama de la alternativa; montan ataques, de cabo a rabo, contra el ciclo vital. Impiden el acto sexual por medio del anudamiento mágico de la aiguillette (rito de castración); luego matan al feto o al recién nacido (en las acusaciones de Sabbat, cocinadas por los inquisidores o los jueces laicos, ese crimen de infanticidio degenera en agravio fantasmático de antropofagia colectiva, la cual es practicada de manera ritual en contra de los niños pequeños). Los brujos la toman también con la salud de los adultos a los que gustosos les rompen los brazos o les destruyen la razón. La ofensiva contra la vida de los individuos se acompaña de un asalto general contra los bienes de la tierra. El brujo destruye las cosechas por medio del granizo, y las campanas por medio del rayo. Birla la leche de las vacas del vecindario para reforzar su propia producción lechera o mantequera. Da muerte por epizootias a los bueyes y ovejas de los ganaderos. La bruja vista por quienes la rodean toma pues la figura de una máquina de matar: ama de cría del bebé de su prójima, su leche se rebela mortal para el niño al que le da la teta; su aliento, su escupitajo, su mal de ojo aterran a los alrededores; las granjeras se quejan del deceso de sus perros de guardia, muertos por los mendrugos de pan que ella reparte en la perrera.
El brujo sin embargo no es sólo una fuerza de muerte: no pierde del todo los poderes de fecundidad que le asignaba Ginzburg. Como lo han mostrado bien las investigaciones realizadas en el Boscage normando, el brujo sólo se apodera de la fuerza del prójimo para acrecentar mejor la propia… hasta que surja un contra-brujo pagado por la víctima y que a su vez le sacará su fuerza al brujo para restituírsela a su primer propietario o para aprovecharla personalmente. Y así sucesivamente” .

En España las primeras medidas represivas contra la brujería datan al menos de los siglos XIV o XV. Este tipo de actividades eran consideradas demoníacas. Se creía que las brujas realizaban en sus sesiones rituales nocturnas sacrificios humanos, especialmente de niños, invocaciones a los muertos, orgías que incluían la cópula carnal con el mismo demonio, quien solía ser representado en forma de un chivo. Parece ser que la peste negra, las epidemias, las sequías, etc., o, sencillamente, la crudeza de estos tiempos, hizo que se buscaran chivos expiatorios a los cuales responsabilizar por estos y otros males. Las supuestas brujas y los judíos resultaron siendo los principales perjudicados: “No puede sorprender el que la Iglesia defensora del Dogma tuviese que adoptar una postura contra los hombres que se dedicaban al estudio o ejercicio de las artes o ciencias ocultas. Tal estudio podía crear la duda sobre lo que los libros sagrados indican sobre la historia de la creación; los pensamientos sobre espíritus astrales y humanos podían conducir a herejías, a buscar el trato con demonios o seres malignos, como brujos y magos intentaron hacerlo repetidas veces, y dar lugar a sectas que les rindieran culto”.

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Sin duda alguna una de las páginas más vergonzosas de la historia de la humanidad fue la denominada caza de brujas que estalló con singular fuerza entre los siglos XVI y XVII. La locura colectiva provocada por aquella fue causa de la muerte de centenares de miles de víctimas inocentes, sobre todo en las zonas rurales, donde la ignorancia alimentaba todo tipo de supersticiones. El número total de las personas condenadas a la hoguera bajo este cargo en el siglo XVII, sólo en Alemania, ha sido calculado en más de 100,000; mientras en el mismo período para Inglaterra se estiman en cerca de 50,000. Anteriormente, en diferentes épocas, también se reprimió violentamente a las supuestas brujas: Pero en Europa en su conjunto la locura brujeril tuvo su momento, particularmente después de haber recibido el apoyo de la autoridad de los reformadores protestantes. Lutero, Melanchton, Bullinger, Calvino y otros dieron su conformidad a persecuciones desconocidas en la Europa católica”… “Desde el siglo XIV al siglo XVII una autoridad pretende «que las víctimas… fueron millones, y se piensa que medio millón es una estimación muy moderada»” .

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El primer brote brujeril de importancia en España surgió en la zona pirenaica y resultó decisivo para el accionar posterior del Tribunal. El juez Pierre de Lencre, consejero y parlamentario de Burdeos, sostuvo que numerosos demonios se habían refugiado en Labourd y el sur de Francia. Según dicho personaje, en estos sitios se estaban dedicando a sus oficios conocidos: matanzas de niños, destrucción de cosechas, celebración de aquelarres, etc. Una ola de pánico estalló en toda la región y repercutió en las cercanas localidades hispanas, extendiéndose a Zurragamurdi, el noroeste de Navarra y, seguidamente, a las Vascongadas y La Rioja. Una bruja arrepentida se presentó ante la Inquisición de Logroño y denunció a sus cómplices. Entonces el Tribunal comenzó inmediatamente a realizar las investigaciones que la situación aconsejaba, en el transcurso de las cuales más de 300 personas fueron inculpadas. De estas se detuvo y procesó a las que resultaron sospechosas, las que totalizaron 40. La lectura de las sentencias se realizó en medio de gran expectativa en el auto de fe efectuado el 7 y el 8 de noviembre de 1610, en que salieron un total de 53 sentenciados: 21 con insignias de penitentes, descubiertas las cabezas y con una vela en la mano (6 de los cuales tenían una soga en la garganta, señal de que serían azotados); 21 con sambenitos con aspas de reconciliados y una vela; 5 estatuas de difuntos; y 6 con sambenitos y corozas de relajados . De estos últimos al menos una, la bruja Endregoto, lo fue por haber matado a una persona, el conde de Aguilar. La vieja hechicera le había ofrecido al anciano -figura muy popular en la zona por sus obras caritativas- hacerle recuperar su perdida juventud. Lo que en realidad hizo fue darle a beber algunos brebajes, asesinarlo y hacerlo picadillo. El crimen despertó la indignación del Tribunal y la bruja fue quemada en la hoguera.

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La Suprema ordenó revisar las actuaciones del tribunal de Logroño. Con tal fin autorizó al inquisidor Alonso Salazar y Frías, quien era miembro del mismo tribunal pero se había mostrado disconforme con la actuación de los otros inquisidores y había trasmitido sus objeciones a la máxima autoridad inquisitorial. Ya el teólogo Pedro de Valencia se manifestaba en contra de estas creencias y prácticas, en las cuales veía una farsa montada con la intención de dar rienda suelta a las más bajas pasiones. Salazar coincidía con él y rechazaba el supuesto poder de la brujería como mero producto de la imaginación de mentes desquiciadas o con intenciones de ganarse algún dinero en base a la ingenuidad del común de las gentes.

“Baschwitz ensalza la figura de Alonso de Salazar y Frías sentando la afirmación de que su informe de más de cinco mil páginas representa un trabajo digno de admiración, que guarda hoy un real valor científico. Considera que la labor de Salazar fue imparcial en amplias averiguaciones ante gentes afectadas por el delirio de la brujería y frecuentemente con el sentimiento de una propia culpabilidad que les había vuelto locos; llevando en su labor al interrogatorio de 1,812 brujos y brujas confesas y arrepentidas, y niños de doce a catorce años. Ochenta y dos se vuelven contra sus anteriores declaraciones y otros no lo hacen, no fiándose de la promesa de impunidad que les había sido concedida durante el período en vigor del decreto de gracia.

También recoge el hecho -ya citado por distintos investigadores- de cómo Salazar controlará pacientemente los datos relativos a los vuelos nocturnos, aquelarres y relaciones carnales con el diablo. Jóvenes que le hablarán de que deben asistir a un aquelarre en un lugar y hora determinada, enviará Salazar a dos de sus secretarios, que atestiguarán que no se había celebrado. Un grupo de jóvenes confesas de haber tenido relaciones sexuales con el diablo, serán objeto de un examen médico que determinará lo contrario. Los ungüentos que las brujas decían ser recetas del diablo, fueron analizados por farmacéuticos y revelándose que eran incapaces de producir el menor efecto y Salazar terminará su trabajo señalando que no encontró ningún dato que pueda deducir que el menor caso de brujería hubiera tenido efectivamente lugar” . El Inquisidor General Manrique y los erasmistas creían firmemente, al igual que la mayoría de las personas de su tiempo, en la existencia de la brujería, sus aquelarres, ritos satánicos y celebraciones diabólicas. Por su parte, los anti-erasmistas sostenían que la brujería era fruto de la imaginación o la locura de las personas acusadas por tal motivo y que existía sólo en sus mentes. En 1526 el inquisidor general convocó en Granada una reunión especial de inquisidores para discutir el problema. Los informes del Inquisidor Salazar y Frías pero, sobre todo, su minucioso estudio de los sucesos de Logroño y la actitud de muchos ilustres teólogos y autoridades eclesiásticas e inquisitoriales, ánimo el debate. De tales deliberaciones surgieron algunas conclusiones significativas. Aunque la mayoría de los reunidos consideró como verdaderas las confesiones de las brujas, una minoría encabezada por el futuro Inquisidor General Valdés consideró que las confesiones eran poco más que engaños y, cuando tuvieron que decidir sobre la acción a emprender, la gran mayoría optó por una política benigna, incluyendo el envío de predicadores para instruir y evangelizar a la gente ignorante que era fácil presa de tales supersticiones. En la práctica la mayor parte de los testimonios de la existencia de tal delito fue rechazada por considerárseles engaños. Por lo tanto, contrariamente a lo que se cree, gracias al Tribunal del Santo Oficio, España se salvó de los furores populares contra las brujas y su quema, en una época en que tal conducta prevalecía en Europa. Ya Tuberville había señalado certeramente el significado que tuvo la reunión de inquisidores para el procesamiento de los casos de brujería por el Tribunal:
“En el momento en que en otros países de Europa se atribuía a las brujas el poder de producir la esterilidad y el tener costumbres de vampiros, por las cuales iniquidades eran quemadas, esta junta decidió que las brujas acusadas de maquinar la muerte de personas y de chupar la sangre de niños, no debían ser entregadas al brazo secular como asesinos, puesto que no había nada que probase en verdad que se hubiese cometido algún asesinato. Acordaron que la Inquisición era el cuerpo apropiado para conocer de los citados delitos de brujería, pero considerando que era mejor la prevención que la cura, llegaron a la conclusión de que el primer paso a seguir era el de enviar predicadores a que instruyesen al pueblo ignorante” .

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Vale la pena recordar que aún en 1692, en Salem (Massachusetts), la sangrienta persecución contra las brujas cobraba nuevas víctimas. Indudablemente el puritanismo, con su remarcado énfasis en el pecado original y en el rol que desempeña el diablo, sirvió de alimento a las hogueras. Mientras tanto comparemos este accionar con el del Santo Oficio en estos casos. El procedimiento para los juicios por brujería difería poco del que se empleaba para los de herejía, con la sola pero importante diferencia de que la tortura estaba expresamente prohibida para el primer tipo de casos. Los castigos infligidos por la Inquisición eran mucho más leves que los que empleaban los tribunales seculares. En las Cortes de 1598 se acordó que los delitos de maleficios sean casos privativos de la Inquisición y que las demás autoridades judiciales se abstengan de intervenir en ellos. Después del famoso auto de fe de Logroño, realizado en noviembre de 1610, pocos juicios de brujería figuran en los archivos inquisitoriales peninsulares y no hay ninguno en el siglo XVIII. La conducta del Santo Oficio hispano frente a la brujería constituye uno de los más honrosos capítulos de su historia. Así, en el siglo XVIII, mientras…
“Las racionalistas Inglaterra y Escocia (con un total calculado en 300,000 víctimas), e incluso las colonias de América, quemaban brujas alegremente tras unos preliminares de repugnante crueldad, y Sir William Blackstone dictaba una ley en el sentido de que «negar la posibilidad, mejor dicho, la existencia real de la brujería es al mismo tiempo contradecir rotundamente la palabra revelada de Dios». En España, en cambio, la influencia moderadora del Santo Tribunal siguió predominando y, aunque ante él comparecieron unos cuantos casos, no se declaró culpable a ninguna de las acusadas. Por este servicio a la causa de la humanidad y la verdad,
la Inquisición española merece la gratitud de todos los hombres civilizados” .

Por estas razones Gustavo Henningsen sostuvo que…
La Inquisición podía haber causado un holocausto de brujos en los países católicos del Mediterráneo -más la historia nos muestra algo muy diferente- la Inquisición fue aquí la salvación de miles de personas acusadas de un crimen imposible” .

Otras Fuentes

En la segunda mitad del siglo XIII, la recién instituida Inquisición Papal comenzó a ocuparse con cargos de hechicería. Alejandro IV, ordenó (1258) que los inquisidores deben limitar su intervenciones a casos con alguna clara presunción de creencias heréticas. Pero como la brujería, con sus prácticas diabólicas, está muy ligada a la herejía, la persecución de brujas no se evitó. En Toulouse, cede de la herejía de los Cátaros, fue donde en 1275 se dio el primer caso conocido de una bruja llevada a la hoguera por la sentencia jurídica de un inquisitor (Hugues de Baniol (Cauzons, “La Magic”, II, 217). La mujer, “confesó” haber dado a luz un monstruo, resultado de su relación carnal con espíritus malignos y haberlo alimentado con carne de infantes la cual procuraba en expediciones nocturnas. La posibilidad de relaciones carnales entre seres humanos y demonios era aceptado por algunos grandes teólogos como Santo Tomas y San Buenaventura, sin embargo, en la Iglesia prevalecía el sentir contrario. Un testigo poco amistoso a la Iglesia, Riezler (Hexenprozesse en Bayern, p. 32) reconoce que “entre los representantes oficiales de la Iglesia, esta tendencia mas saludable prevaleció hasta los umbrales de la epidemia del juicio de brujas, o sea, hasta avanzado el siglo XVI”. En el Sínodo Provincial de Salzburg de 1569 (Dalham, “Concillia Salisburgensia”, p. 372), hay una fuerte tendencia a prevenir la imposición de la pena de muerte en acusaciones de brujería, insistiendo que estas son ilusiones diabólicas.

Pero no hay duda de que en el siglo XIV algunas constituciones papales de Juan XXII y Benedicto XII (cf. Hansen, “Quellen und Untersuchungen”, pp. 2-15) estimularon mucho el enjuiciamiento por brujería y otras prácticas mágicas por parte de los inquisitores, especialmente en el sur de Francia. En un juicio a gran escala en Toulouse en 1334, de 63 personas acusadas de ofensas de este tipo, 8 fueron entregadas al poder secular para ser quemadas. El resto fueron a prisión de por vida o con largas sentencias. Dos de las condenadas, ambas mujeres mayores, después de ser torturadas, confesaron haber asistido a un aquelarre de brujas, haber allí adorado al demonio y ser culpable de indecencias con el y otras personas presentes y haber comido carne de infantes. (Hansen, “Zauberwahn”, 315; y “Quellen und Untersuchungen”, 451). En 1324 Petronilla de Midia fue quemada en Irlanda por recomendación de Richard, Obispo de Ossory. Durante este período, las cortes seculares acusaban y enjuiciaban por brujería con igual o mayor severidad que los tribunales eclesiásticos. Se usaba la tortura y la hoguera.

No se conoce que enjuiciamientos de este tipo se llevaron a cabo en Alemania por inquisitores papales durante los siglos XIII y XIV. Alrededor del año 1400 encontramos muchos enjuiciamientos de brujas en Berne, Suiza por manos de Pedro de Gruyères, que, a pesar de lo que dice Riezler, era sin lugar a dudas un juez secular (Hansen, “Quellen, etc.”, 91 n.). También jueces seculares en Valais (1428-1434) mataron 200 brujas y en Briancon en 1437 mas de 150. Las víctimas de los inquisitores, ej. en Heidelberg en 1447; o Savoya en 1462, parecen no haber sido tan numerosas. Algunos escritores han pensado que la Bula, “Summis desiderantes affectibus”, del Papa Inocencio VIII (1484) fue responsable por la fiebre contra las brujas. Esto no es cierto ya que las campañas anti-brujas preceden a esta Bula la cual no contiene nada nuevo. Su efecto fue mas bien el de ratificar el poder ya conferido a los inquisitores Enrique Institoris y Santiago Sprenger para tratar con crímenes de brujería y herejía y pedir al Obispo de Strasburg que apoye a los inquisitores. Esta Bula Papal, sin embargo, no pronuncia ninguna decisión dogmática. Quizás el libro “Malleus Maleficarum” (el martillo de las brujas), publicado unos dos años después por los mismos inquisitores, fue el que mas incitó al enjuiciamiento de brujas. Pero los enjuiciamientos de brujas en los siglos XVI y XVII fueron en su mayoría hechos por el poder secular.

La Reforma Protestante ante la Caza de Brujas

Sin lugar a duda, Lutero y Calvino y sus seguidores aumentaron grandemente la creencia popular en el poder del demonio en la brujería y otras prácticas mágicas. Lutero, basado en su interpretación del mandamiento Bíblico, abogó por la exterminación de las brujas.
“La Historia del Pueblo Alemán” de Janssen argumenta con muchas pruebas (capítulos IV y V, del último volumen -vol. XVI de la edición inglesa) que una gran responsabilidad por la caza de brujas recae en los Reformadores. El código penal conocido como Carolina (1532) decretó que la hechicería debe ser tratado como una ofensa criminal en el imperio Alemán y si causó daño a alguna persona, la bruja debía ser quemada. En general, la mayor actividad de cacería de brujas ocurrió en los distritos Protestantes de Alemania que en las provincias católicas. Ejemplos de ello son Osnabruck y Wolfenbuttenl. En Osnabruck, en 1583, 121 personas fueron quemadas en tres mese. En Wolfenbuttenl, en 1593 hasta diez brujas fueron quemadas en un día. No fue hasta el 1563 que se le hizo una resistencia eficaz a la persecución por medio de un protestante de Cleues, Juan Weyer. Se le unieron las protestas de Ewich y Witekind.

En el debate sobre las brujas habían católicos y protestantes en ambos lados. Quizás la protesta mas efectiva contra la caza de brujas fue la del jesuita Friedrich von Spee, quién en 1631 publicó “Cautio criminalis”.

La persecución ocurrió en muchos países

La persecución de brujas se extendió por muchos países. En el siglo XVI habían enjuiciamientos por tribunales seculares en Roma. En Inglaterra y Escocia también hubo persecuciones pero no hay cifras precisas sobre las ejecuciones. Howell, escribiendo en 1648, dice que en el período de dos años hubieron casi 300 brujas procesadas y la mayoría ejecutadas en Essex y Suffolk solamente.

El Papa Gregorio XV, en su constitución “omnipotentis” (1623), recomendó un procedimiento mas clemente y en 1657 una Instrucción de la Inquisición amonestó con eficacia la crueldad de las persecuciones. Al final del siglo XVII la persecución comenzó a reducirse en casi en todo el mundo y al principio de XVIII prácticamente cesaron. El último juicio por brujería en Alemania fue en 1749 en Wurzburg, pero en Suiza una niña fue ejecutada como bruja en el Cantón Protestante de Glarus en 1783.

En los Estados Unidos, Cotton Mather, en su “Maravillas del Mundo Invisible” (1693), cuenta que 19 ejecuciones de brujas ocurrieron en Nueva Inglaterra. En la actualidad Estados Unidos celebra Halloween el 31 de octubre (la víspera del día de todos los santos) en que se recuerdan las historias de brujas de una forma fantasiosa. Se acostumbra a disfrazarse, preferiblemente de brujas, duendes, monstruos o cualquier cosa que de miedo, se reviven los cuentos de brujas. En el ambiente materialista de la actualidad se hace de todo ello una broma, pero en el fondo opera también un deseo pagano de llenar un vacío espiritual.

No hay pruebas para las alegaciones de que algunas mujeres fueron enjuiciadas formalmente en México a finales del siglo XIX. En un gran número de enjuiciamientos, las confesiones de haber participado en toda clase de horrores satánicos, fueron hechas espontáneamente y aparentemente sin amenaza o miedo de tortura. Además el pleno reconocimiento de culpa parece constantemente haber sido confirmado justo antes de la ejecución, cuando el acusado no tenía nada que ganar o perder con la confesión. Esto puede atribuirse en muchos casos a razones psicológicas.

http://ar.geocities.com/odermundo/Miedo/Brujas/bruja03.html

Brujas

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Son muchas las leyendas y las historias que se cuentan sobre las brujas… verrugas horribles, escobas voladoras, gatos negros que las rondan… hasta oscuros pactos con el Diablo. Se las asocia muy a menudo con maldad y con oscuridad, tal vez porque se las sabe amigas de la luna y de la noche, y lo maligno siempre se ha contrapuesto a la luz, a lo luminoso. Quizá solo fueron mujeres que no adoraron a más dios que la noche o la madre Tierra (quién mejor que ellas conocía las propiedades ocultas de las plantas, regalo de la naturaleza a quien supiera entenderlo?). Y quizás ese paganismo tuvo un precio demasiado alto para muchas…

En las sociedades primitivas, la agricultura y la recolección era terreno de las mujeres. Mientras los hombres salían a cazar, las mujeres aprendieron, primero, a elegir, de entre los que la naturaleza les ofrecía, los alimentos aptos de los que no lo eran. Más tarde, aprenderían que eran capaces de “dominar” este proceso de algún modo, y hacían crecer alimentos por sí mismas. Esto requería una mayor observación de la tierra, de los fenómenos naturales, del clima, las estaciones… un mayor contacto con su entorno (y esto lo seguimos observando en las mujeres a las que luego se llamó brujas). También, en muchas sociedades antiguas, ha habido cierto temor a la mujer, sobre todo por la incomprensión de algunas de sus capacidades. La mujer engendra vida (por supuesto, tarea imposible sin un hombre) y este mecanismo por el que un bebé nacía del cuerpo de la mujer resultó incomprensible mucho tiempo… y ya se sabe que lo desconocido suele ser amigo del miedo.

Paseando por la Historia

Las supuestas brujas fueron perseguidas durante largo tiempo, muchas veces por miedo, otras siendo utilizadas como cabezas de turco, y en algunos momentos de crisis acusar al vecino de brujería llegó a ser una forma rápida y eficaz de librarse de él. Ya Carlomagno (siglo VIII) ordenó la muerte para quienes provocaban tempestades que estropeaban las cosechas, hacían estéril al ganado o causaban enfermedades a otras personas. El cómo se probaban estas acusaciones no parece muy “científico”. Documentos religiosos anteriores lo que condenaban era creer en brujería, y encomendaban a los sacerdotes la misión de velar por que sus feligreses no cayeran en las ilusiones de Satán, que era quien les hacía ver esos fenómenos inexplicables (como creerse capaces de volar a lomos de bestias salvajes o ver tal cosa). Esto se recoge en el que parece ser del Concilio de Ancyra, siglo IV. Sin embargo, siglos más tarde, los inquisidores optan por obviar el contenido del Canon, aduciendo que había surgido una nueva secta de verdaderos adoradores de Satán a la que había que combatir. Describían los encuentros nocturnos en los que se aparecía el Diablo en forma de cabra y se llevaban a cabo rituales demoníacos. Llamaban a perseguir a las brujas por herejes y para darles el oportuno castigo. Estábamos a mediados del siglo XV.

Miedo real o ficticio? Manipulado o espontáneo? Lo que sabemos es que Europa era asolada por frecuentes epidemias de peste, lo que la situaba en una gran crisis colectiva… la gente asustada suele necesitar un culpable, y suele ser también fácil de manipular… En 1484 el Papa Inocencio VIII promulga una bula, en una especie de declaración de guerra abierta contra las brujas, que instigadas por el Maligno, Enemigo de la Humanidad, asesinaban a niños en el vientre de la madre y se daban a los excesos… Probablemente la mención a las muertes de niños se refiera a que, debido a los conocimientos que solían tener una parte de las mujeres sobre hierbas y al mejor conocimiento del cuerpo femenino, ellas eran las que practicaban los abortos cuando se daban. Y en cuanto a los excesos… bien, para la mentalidad de la época, el que un grupo de mujeres se reuniera por las noches para charlar, bailar bajo la luna sin pudor (se cuenta que muchas veces bailaban desnudas) y en fin, divertirse en una especie de comunidad femenina, no debía ser fácil de entender. Y lo que no entendemos o no compartimos lo situamos muy rápidamente en la frontera de excesivo, y entrando en temas religiosos, se tacha de inmoral o pecaminoso. Tal vez mantenían además contactos sexuales entre ellas, tal vez las alusiones al macho cabrío que aparecía sean referencias a varones que las acompañaban a veces…

A partir de ese momento, se designa a los dominicos Kramer y Sprenger como inquisidores encargados de perseguir estas “depravaciones”. Estos serían los autores del Maellus maleficarum o Martillo de las maléficas (1486). Se abría la veda para la persecución con todas sus consecuencias, pudiendo recurrir sin problemas a las torturas con tal de lograr confesiones… Aumenta espectacularmente el número de brujas… y es que ante las brutales torturas, quien más quien menos confesaba lo que le pidieran.

No era la primera vez que los teóricos pactos con Satán daban pie a persecuciones. Ya en 1232, el Papa Gregorio IX incluyó este aspecto en sus bulas, acusando a los habitantes de Stedingerland, en Oldemburgo, de pactos con el Maligno que conllevaban toda serie de rituales sexuales con zoofilia incluida, relaciones incestuosas y homosexuales, a las que no dudaba en equiparar y condenar. El desencadenante en este caso fue la negativa de estas gentes a pagar el diezmo al obispo de Bremen… aunque relacionar esto con pactos satánicos parece exagerado…

Inquisición

Los juicios que se llevaban a cabo por brujería distaban mucho de ser ejemplo de justicia. Para la acusación bastaba la sospecha, no eran necesarias pruebas, no había opción a defensa y las confesiones o delaciones hechas bajo tortura eran usuales y totalmente válidas. Incluso si el sospechoso no confesaba después de ser torturado, esto se interpretaba a veces como un signo más de lo fuerte que era la intervención del Diablo. Sin embargo, solía darse el caso de que una vez apresada una bruja, aparecían muchas más en la zona… la explicación oficial era que si el Diablo andaba cerca, poseería a cuantas más mejor… pero las acusaciones falsas, una suerte de psicosis colectiva o puede que incluso cierta rebeldía ante la injusticia tal vez fueran causas más reales. Algunas voces advirtieron de la poca fiabilidad de los procesos inquisitoriales desde dentro. Así, Alonso Salazar y Frías, inquisidor que había tomado parte en el proceso de Logroño de 1610, estableció al hacer la revisión del proceso que la mayoría de las acusaciones eran falsas, y que no se había actuado correctamente. Incluso concluyó que todo había sido un exceso de imaginación por parte de unos y de otros, en parte motivada por los sermones de
la Iglesia. El jesuita Friedrich von Spee se pronunció en un sentido parecido, cuando sin negar la existencia de brujas o de intervenciones satánicas, habló de la injusticia que había comprobado en los procesos inquisitoriales. Y otro punto de vista más fue el que aportó el humanista Pedro de Valencia, que hablaba de los aquelarres o reuniones de brujas como de fiestas de gente en busca del placer, todo lo más, bacanales, y que explicaba las supuestas visiones mágicas como ilusiones, efecto de drogas… negando toda intervención del Diablo en ellas.

¿Cuáles eran los crímenes que supuestamente habían cometido estas personas? En la obra “Demonomanía de los brujos” se hace un listado de los mismos entre los que se incluyen renegar de Dios, maldecirlo, rendir homenaje al Demonio, dedicarle sacrificios, ofrecerle hijos antes de que nazcan, matar niños para hacer pócimas con ellos, comer carne humana, profanar cadáveres, beber sangre, envenenamientos, maleficios, provocar la esterilidad del ganado o de los pastos, practicar el incesto y tener prácticas sexuales “aberrantes”, y el trato carnal con el Diablo. En algunos casos eran acusados además del crimen de traición al Estado, puesto que supuestamente tenían al Demonio como máxima autoridad, en vez de a su gobierno.

En la práctica, era tan difícil probar la inocencia de uno que miles de mujeres fueron torturadas, quemadas en hogueras, ahorcadas… muy probablemente por miedo, por rencillas personales con algún vecino, por la psicosis colectiva, por ser “raras”, o por tener una mente demasiado abierta para la época que vivían, que las hizo sentirse y mostrarse más libres de lo que sus contemporáneos estaban preparados para aceptar.

http://embrujando.com/brujas.htm 

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Mandar esta entrada Mandar esta entrada 8:54 pm Elizabeth

Esta entrada fue escrita en Friday, October 19th, 2007 at 8:54 pm y publicada en Halloween y Día de Muertos. Puedes seguir cualquier respues a esta entrada por medio de RSS 2.0 feed. Puedes dejar un comentario, o trackback para tu sitio.

6 Comentarios para “Sobre Brujas… (continúa)”

  1. EDDIE DEL TOBOSO en December 12th, 2007 a las 10:18 pm

    LA INQUISISION ES UN ASCO LA ODIO LO,PEOR QUE HA SUSEDIDO EN LA HISTORIA

  2. paOLaa en December 21st, 2007 a las 2:08 am

    eyy kk cahaffaa esta por kk ndd es vdD

  3. Pakotobachus en January 16th, 2008 a las 5:05 pm

    La inquisicion no es mas que segun mi amigo pako dice ke es una puta mierda, pero yo pienso ke la inquisicion es una estupidez, de unos monjes cachondos que se aburrian y no tenian otra forma de pasar el rato.

  4. ale en March 9th, 2008 a las 2:45 pm

    es sabido que la inquisicion tiene un trasfondo politico-economico. la iglesia, a traves de estas acciones, dejaba sin herederos a los hombres y por lo tanto las tierras pasdaban a manos de la iglesia.

  5. MONICA en May 28th, 2008 a las 7:49 pm

    CREO QUE DEVERIAN PONER UNAS FOTOGRAFIAS MAS INTERESANTES QUE LLAMEN MAS LA ATENCION YO SOY FANATICA DE TODO ESTO PERO DEVERIAN PONER MEJORES FOTOS

  6. elizabeth en June 11th, 2009 a las 2:16 pm

    quiero saber si en realidad existen las brujas o no talin formacion no medeja claro si si o no

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Par jonathan ismael
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Mercredi 5 août 3 05 /08 /Août 11:21

Michael Jackson

De Wikipedia, la enciclopedia libre

Michael Jackson

Michael Jackson en 1984
Información personal
Nombre Michael Joseph Jackson
Nacimiento 29 de agosto de 1958
Origen Gary, Indiana, Bandera de los Estados Unidos Estados Unidos
Muerte 25 de junio de 2009 (50 años)
Los Ángeles, California, Bandera de los Estados Unidos Estados Unidos
Cónyuge(s) Lisa Marie (1994-1996) Deborah Rowe (1997-1999)
Hijo(s) Michael Joseph Jackson, Jr. (n. 1997)
Paris-Michael Katherine Jackson (n. 1998)
Prince Michael Jackson II (n. 2002)
Ocupación(es) Cantante, bailarín, compositor, productor, coreógrafo, actor, arreglista y escritor
Información artística
Alias Rey del Pop
Género Rock, hard rock, R&B, soul, funk, disco, dance, new jack swing, Pop.
Instrumento(s) Voz
Período de actividad 19672009
Álbum más exitoso Thriller
(1982)
Sencillo más exitoso "Billie Jean"
Discográfica(s) Motown, Epic
Artistas relacionados The Jackson Five
Web
Sitio web www.michaeljackson.com

Michael Joseph Jackson (29 de agosto de 195825 de junio de 2009[1] ), conocido en el mundo artístico como Michael Jackson, fue un cantante, compositor y bailarín estadounidense de música pop, en una amplia acepción que incluye subgéneros como el rhythm & blues (soul y funk), disco y dance.

Tras formar en los años sesenta, siendo aún un niño, un grupo de gran éxito en compañía de sus hermanos, The Jackson Five, en la década de los años ochenta se convierte en la superestrella de pop[2] más exitosa a nivel mundial, «el nuevo rey de la música pop», debido al extraordinario impacto de su álbum Thriller (1982), el disco más vendido de la historia de la música.[3]

Michael Jackson fue conocido mundialmente como rey del pop y «king of entertainment»[4] ("rey del entretenimiento"), este último título sugerido por la popular presentadora de televisión Oprah Winfrey, durante la entrevista que ésta le hizo en febrero de 1993. Además, la enciclopedia Britannica incluye a Michael Jackson, como notable estrella de rock, en su sección "Rock music",[5] junto a Madonna y Prince.

A lo largo de su trayectoria artística como solista, la música de Michael Jackson fue modernizándose y evolucionando, especialmente desde la década de los años 80. Esto se manifiesta en los estilos musicales soul o funk que interpretó, específicamente en la fusión de soul o funk[6] con disco[7] ("Billie Jean" o "Thriller", de 1982); luego la de soul o funk con dance, o hard dance[8] ("Bad" o "Smooth criminal", de 1987); y la de soul o funk con hip hop[9] ("Remember the time" o "Jam", de 1991), esta última fusión se llama new jack swing.

Pero Michael Jackson, así como muchas estrellas pop de los años 80, también incursionó en el rock a través de innovadoras canciones como [10] "Beat it" (1982),[11] "Dirty Diana" (1987),[12] "Black or white" (1991),[13] "Give in to me" (1991),[14] "D.S." (1995),[15] "Morphine" (1997)[16] y "Privacy" (2001), en las que han tocado, entre otros, destacados guitarristas de hard rock como Eddie Van Halen, Steve Stevens y Slash.

Jackson fue catalogado como un genio musical y artístico, lo que demostró desde sus inicios como un niño-prodigio con un nivel interpretativo realmente extraordinario. Pero también fue un personaje polémico, con defensores y detractores, al que rodearon innumerables leyendas y rumores (muchas veces alimentados por él mismo) y que se vio envuelto en acusaciones de pederastia con dos niños,[17] que tuvieron repercusión mundial y que le mantuvieron apartado en los últimos años de la primera fila de la popularidad. Poco después de su muerte, y 16 años después de los supuestos sucesos delictivos, uno de los niños implicados declaró públicamente que el cantante era inocente, y que mintió porque su padre le obligó a hacerlo para salir de la pobreza con el dinero que, efectivamente, el artista entregó a cambio de evitar el juicio.[18] Las acusaciones con el otro niño sí habían acabado en juicio, del que Jackson fue absuelto en su día.[19]

Michael Jackson fue una figura de fulgurante carrera pues alcanzó su cúspide comercial y de fama antes de cumplir los 30 años de edad. Pero en él se mezclaron (como opinó el presidente Barack Obama) el éxito y tristes circunstancias personales. Las exigencias de su profesión, su afán de perfeccionismo y superación, y el acoso de la prensa, fueron factores que unidos a su timidez y sensibilidad extremas, le causaron un estrés y demás problemas de salud que se agravaron en la década de 1990 por problemas judiciales. Toda esta problemática se sumó a los traumas que Jackson arrastraba por una infancia demasiado volcada en el trabajo, y ayudan a explicar su comportamiento extraño y huidizo, sus gustos excéntricos, sus obsesiones y su deterioro físico final. En cualquier caso, su genialidad artística es indiscutible al igual que su éxito a nivel mundial, plasmado en cientos de millones de discos vendidos. Apoyado por la espectacularidad de sus campañas de promoción, videoclips y conciertos, en ellos hizo gala de su enorme talento como cantante y bailarín, y fue pionero en múltiples novedades coreográficas y visuales que han marcado tendencia en el mundo del pop.

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Par jonathan ismael
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Mercredi 5 août 3 05 /08 /Août 10:59

 

 
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